||TREINTA Y DOS||

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|32|Que empiece el show

–¡Boom, baby! –Exclamo Teresa al entrar de forma tan inesperada y sin ningún aviso al camerino de Camilo–. Llego el amor de tu vida.

Los dos estilistas y Mirabel miraron como la actriz se adentraba despreocupadamente al lugar con su vestuario de Elizabeth Bennet listo; con todo, maquillaje y peluca castaña. Mirabel quedo sorprendida por el gran parecido y el excelente trabajo de los sastre que la ayudaron que no se a que sus pechos no fueran tan expuestos, pareciendo casi plana ahora. Amablemente pidió permiso a los dos hombres que la maquillaban y peinaban –empleados que contrato Camilo y los chicos para ella–, ellos asintieron alejándose un poco para que ella pudiera levantarse de su asiento con cuidado de no pisar el hermoso vestido de colores otoñales, tomo la falda entre sus manos y corrió como pudo con sus tacones hacia ella. Teresa la recibió con gusto en sus brazos; no se habían hablado o visto después de lo ocurrido en la boutique.

–¿Estas bien? ¿Ocurrió algo? ¿Estas enojada conmigo? –la empezó a llenar de preguntas rápidas y preocupadas.

La mujer soltó risa encantadora, tomo el rostro de Mirabel entre sus manos y le sonrió relajada. La joven costurera podía ser como una hermanita menor para ella y los demás chicos; una persona importante que no quieren decepcionar y solo poder protegerla de toda la gente de mierda que la rodean.

–Contigo jamás. Solo pasaron muchas cosas que me afectaron –respondió con melancolía.

Mirabel le regalo su sonrisa más sincera y la volvió a abrazar, ambas tenían por primera vez casi la misma altura; gracias a que la venezolana no tenía sus tacones de plataforma.

–Sabes que estoy aquí para escucharte cuando quieras, Tere.

Sus ojos oscuros se abrieron con sorpresa al mismo tiempo que una leve sonrisa se formó en sus labios carnosos, correspondió de nuevo al afecto por unos segundos antes de separarla de manera brusca. Sosteniendo sus hombros sonrió con emoción al recordar que la estaban maquillando.

–Bel, te amo, pero no perdamos más el tiempo –exclamo haciendo que ella diera media vuelta y la guiara de nuevo a la silla para terminaran su trabajo.

Mirabel rio dejándose arrastrar por la otra, tenía razón faltaba menos de dos horas para que la obra empiece, pero antes de que volviera a sentarse reacciono al recordar algo:

–Espera –dijo alejándose de ella e ir directo hacia su maleta–, Tengo algo para ti.

La mayor arqueo la ceja para después quedarse sin palabras como de la maleta sacaba una caja no muy grande envuelta en papel azul rey con un moño de plata. Mirabel se lo entrego apenada y ella lo tomo sin saber cómo reaccionar. Teresa tomo asiento en el pequeño sillón del camerino mientras que la menor volvía a sentarse frente al tocador.

–No tenías que hacerlo –murmuro desenvolviendo con cuidado el papel, por alguna razón no quería maltratarlo.

–Pero quería hacerlo –respondió con una dulce sonrisa–, has hecho mucho por mí y mi relación.

Teresa esbozo una risa casi inaudible y al momento de terminar de abrir su obsequio se quedó sin palabras al encontrarse con una muñeca tejida a mano de ella con el vestuario de Elizabeth. Delicadamente la saco de la caja, sintiendo un nudo en la garganta y acariciando cada detalle de esta; era simplemente hermosa.

–¿Lo hiciste tú? –pregunto asombrada mirando a su amiga.

–Sí...sé que es algo tonto e infa-

–¡Cállate el hocico! –exclamo Teresa, asustando incluso a los estilistas– Es HERMOSO, lo amo –dijo mientras abrazaba la muñeca como si fuera una niña pequeña.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora