||CINCUENTA Y DOS||

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|52|Dos días

La música norteña mexicana resonaba con todo su furor en la residencia Rivera-Hamada, las risas de los presentes llenaban de alegría aquella madrugada. Mirabel y Camilo compartían miradas cansadas al igual que divertidas mientras intentaban seguirle los pasos a sus respectivas parejas de baile.

Eh, eh, eh –aclamaba Socorro con una enorme sonrisa tratando que Camilo no cayera de nuevo.

Mirabel por su lado apenas lograba moverse siendo completamente guiada por Miguel; quien repetía la letra de la canción de banda. Los cuatro bailaban con emoción en medio de la sala de la casa bajo la vista de los demás. Habían llegado en plena madrugada a desayunar todos juntos y ponerse de acuerdo para cómo irse a la ceremonia de Luca. La alegría y energía gobernaba todo el lugar.

Alberto reía levemente desde la mesa del comedor, se encontraba dibujando con los gemelos mientras que Luca y Hiro les hacía compañía con su café recién hecho. Pareciera como si todos los escándalos, rumores y acoso desaparecieran ese día de festejo.

Camilo estaba a punto de caer rendido y sudado, no lograba seguirle el paso, cosa que provoco que su amada se riera de él.

–Chale, ustedes no sirven para la banda –comento Miguel exhausto al momento que acabo la canción. Mirabel casi le deja sin pies de tanto pisoteadas, pero era la mejor bailando entre los demás.

Su hermana imito su acción soltando al pobre colombiano, él intentaba recuperar el aire. Y al momento en que la nueva canción comenzó a reproducirse en el estéreo de la sala, los dos hermanos se juntaron para bailar entre ellos, sacando unos pasos más movidos que los que utilizaron con los colombianos. Dejándolos completamente asombrados.

Camilo se dejó caer a los brazos de su prometida. Ella apenas podía sostenerlo, aun así ella sonreía con alegría. La pareja se fue a tomar asientos en los banquitos de la barra de la cocina. El actor acomodo su cabeza en las piernas de ella, sonrió con la respiración pesada al sentir sus dedos acariciar sus rulos. Hace tiempo que no tenían un momento tranquilo sin sentir nervios de la cena de pasado mañana. Él cerro sus ojos dejándose consentir por Mirabel que se agacho un momento solo para depositar un pequeño beso en su labios. Ambos rieron tontamente al separarse y ver el leve sonrojo en las mejillas del otro.

–¡Oigan no coman frente a los pobres! –les grito Alberto.

Avergonzados se separaron casi al instante. Desviando por completo la mirada de todos, se había olvidado de su presencia por un momento.

–Pero los únicos solteros aquí son tú y Socorro –hablo molesto Camilo mientras guiaba a Mirabel a sentarse en sus piernas. Ella no se opuso y solo se dejó abrazar por su cadera.

–No es cierto, yo tengo vato en casa –recalcó la mexicana–, él es el único solterón.

Las risas leves de Hiro y Luca se escucharon al mismo tiempo que un molesto Miguel miraba a su hermanita.

–Estás loca, si crees que te dejare tener novio, ¡Estas chiquita!

Ella rodeo la mirada con fastidio, él no dudo en tomarla del brazo y arrastrarla a tener una conversación seria. Socorro miro con suplica a Mirabel quien solo la vio irse por los pasillos. Hiro suspiro cansado en lo que dejaba dos platos de arroz con leche en frente de los niños.

–No tardaran en escucharse los gritos –dijo cansado.

Mirabel soltó una risa al recordar que así también pelea con Isabella. Se abrazó a los hombros de su prometido y suspiro cansado, pero la sonrisa en su rostro no se iría tan fácil. Estaba feliz, emocionada y agradecida de que al fin su vida iba en un rumbo tranquilo donde podía estar con Camilo sin nadie los molestase.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora