||CUARENTA Y NUEVE||

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|49|Mala espina

Lentamente sus ojos comenzaron abrirse con pesadez, aun con el sueño gobernando su cuerpo. La habitación de aspecto hogareño estaba envuelto en tonalidades templadas y cerca de la ventana, parados en el pequeño balcón de cuarto un par de pajaritos cantaban su melodía con armonía. Bajo la mirada al cuerpo que dormía abrazado a su pecho. Ella estaba despierta con una sonrisa tranquila mientras jugaba con la tela de las sabanas magentas. Mirabel al sentir su mirada sobre ella levanto su rostro y sonrió al encontrarse con su mirada castaña-verdosa.

–Buenos días, mi mariposita –murmuro entre un bostezo mientras acercaba más su cuerpo hacia él.

Mirabel se acomodó más a su pecho desnudo, sintiéndose feliz ante la calidez de su cuerpo.

–Buenos días, mi camaleón –le devolvió el saludo con el mismo pesar.

Ambos se abrazaron sin importar el horrible calor que hacía esa madrugada de inicios de las primeras semanas de julio. Junio pasó sin pena ni gloria, los estuvieron enfocados en su trabajo o estudios, fueron días pesados donde no podían ni verse los fines de semanas porque Mirabel tenía que estudiar sus exámenes finales o Camilo estaba harto de entrevistas o conferencias sobre su próximo trabajo.

Hasta que las sagradas vacaciones llegaron, la último show de Camilo seria mañana y la fecha de la tan esperaba cena estaba a la vuelta de la esquina. Y que mejor forma de celebrar su liberación que una cena romántica en la casa a las afueras de la ciudad alejados de las miradas y escándalos que pudieran surgir. Esa casa se había vuelto su pequeño refugio.

–¿Qué harás hoy? –pregunto soñoliento mientras la envolvía entre sus brazos y se escabullía para esconderse en su hombro desnudo y comenzar a dejar pequeños besos en su piel.

Mirabel soltó una risa tierna mientras sus piernas se enredaban con las de él. Comenzó a jugar con sus rizos, enrollándolos con dulzura en uno de sus dedos.

–Iré a desayunar con mis hermanas, en la tarde ayudare a Luca y Matías con los preparativos para la gradación de Luca.

–¿Quiere que los ayude? –pregunto separándose un poco de su cuerpo.

Negó con suavidad.

–Sé que no te gusta cómo te tratan cuando usas el disfraz de vagabundo.

–No sé porque tanto repudio a Carlos Santa Ana –exclamo defendiendo a su personaje–, es un buen tipo.

–Lo es, hasta que su lado Camilo sale a la luz y me roba para irnos hacer cosas indebidas en las canchas de futbol –respondió mirándolo con seriedad; ya varias veces los han atrapado besándose en uno de los almacenes del equipo deportivo–. Ahora todos creen que es un enfermo pervertido.

–No escuche ninguna queja tuya –dijo juguetón.

Mirabel tomo una de las almohadas y lo golpeo con ella para después separarse de él. Camilo solo rio mientras se volvía acomodar en su cama.

[...]

La tarde era calurosa, poca gente se atrevía a salir en ese infierno de verano. Camilo caminaba tranquilamente al lado de Alberto entre las calles lujosas de aquella parte del centro de Encanto. Ambos usaban lentes de sol y sus cabelleras recogidas en una coleta, el sol era insoportable que daba ganas de irse al lago de las afueras de la ciudad y no salir de ahí.

Él notaba como el italiano se notaba más tranquilo de lo normal, muchas cosas cambiaron ese mes; sabia del nuevo papel que le ofreció en una de las telenovelas de la temporada que terminaron enamorándose del personaje que interpreto. Que le dieron un contrato fijo donde pudo salir adelante para volver a su departamento y descansar de ya tanto acoso. El embarazo de Teresa fue anunciado al igual que su renuncia al teatro por tema de salud.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora