EPISODIO 23: revivir
Oxígeno. Su boca se abrió y tomó la bocanada de aire más grande que tomó en toda su vida. Sus pulmones se expandieron de tal forma que pudo sentir como estos hacían presión contra sus costillas. Pestañeo uno, dos, tres veces seguidas. ¿Se había quedado dormida? ¿Fue todo un sueño? En lo más profundo de su mente todavía podía escuchar la voz de aquel brujo, sus advertencias, sus súplicas para que no se fuera, que se quedase un poco más conversando con él. Sintió un alivio enorme, una presión que de un momento a otro desapareció de su pecho, pero que esta vez sabía que no le correspondía a ella. Unos sentimientos que no le correspondían pero que venía sintiendo desde hace días. Volvían a estar allí más presentes que nunca, tan intensos que parecía opacar los suyos.
Verla respirar, como despertó de forma exaltada como si acabase de salir de una espantosa pesadilla. Sus ojos se habían abierto de nuevo cuando jamás creyó que harían otra vez. Solo entonces Alexander pudo respirar de vuelta, sin comprender como es que estaba despierta cuando había muerto. ¿Qué clase de milagro fue este?
De pronto, imaginarse una vida sin Hera resultaba horripilante. Un vacío se había apoderado de su pecho en el momento en el que la dieron por muerta. Al igual que le había sucedido allí, ese vacío que hasta entonces no había sentido estaba lleno por la presencia del otro. La otra mitad que nunca supieron que les faltaba.
—Joder Hera, vaya susto que nos diste.
Alexander miró sorprendido a su hermana. Esa era una de las pocas veces que le había escuchado decir una palabrota. Él tendía a soltarlas cuando estaba enfadado, y Jace bueno. Jace las soltaba a todas horas, formaba parte de su encanto y a las chicas parecía gustarle.
—Mala hierba nunca muere —Clary fue la única que rió.
—Ni si quiera medio moribunda pierdes tu encanto —se burló Jace mirándola. Aunque este no lo dijera, Alexander pudo percibir su alivio cuando vio como despertaba después de que todos la dieran por muerta.
—Ni si quiera medio moribunda me dejas en paz —contraatacó incapaz de quedarse callada por muy cansada que estuviera en esos momentos.
—¿Qué has averiguado? —intervino el mayor ganándose una mala mirada por parte del resto, aunque Hera se limitó a sonreír para si misma. Ella había percibido su alivio.
—Él podía hablar conmigo, es como si yo estuviera allí —les empezó a explicar—. Tenía muchas jeringas llenas de lo que parecía ser sangre de mundano y demonio, además de un liquido color oro brillante.
—¿Sangre de ángel? —sugirió Jace no muy seguro de estar en lo cierto. La sangre de mundano y de ángel se mezclan, siendo imposible separarla una de otra.
—Para eso necesitaría un ángel, además que mezclar la sangre de demonio con la de ángel sería como mezclar aceite con agua —objeta Belle—. Lo más probable es que los demonios mueran en cuanto se les introduce la sangre.
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Alec
RandomUna nueva guerra trae consigo a una futura directora en prácticas al Instituto de Nueva York. Bajo la tutela de Alexander Lightwood, Hera pone el mundo del revés. 『alec×oc』 【actualizaciones semanales】