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EPISODIO 28: entre vahídos y manuscritos

HERA

Leer. Desde que tengo memoria me ha gustado leer, aunque como le sucede a todo aquel amante de los libros, independientemente del género o géneros que le gusten, han llevado alguna que otra grata sorpresa, así como decepciones. El fin no siempre justifica los medios, así como las portadas no siempre justifican el contenido, ya sea para bien, o para mal. Así que debía darle el reconocimiento que se merece al que optó por las portadas pésimas, sosas y aburridas de los libros repartidos a lo largo y ancho de la mesa de la biblioteca, por que sin duda hace justicia al aburrido y denso contenido que se alberga entre las páginas amarillentas.

Suelto un suspiro, apoyando mi frente sobre los brazos notando el dolor de cuello debido a mantener la cabeza gacha. Mi mente se desvía hasta los libros de fantasía con romance que tengo en la estantería y que por poco envuelvo en papel de burbujas para asegurar un traslado seguro, incluso cuando solo consiste en traspasar un portal. ¿Aunque de que me quejo? Quizás no soy la destina a salvar un mundo lleno de altos faes, ni tampoco la destinada a pasar el resto de mi vida con un vampiro que viste de Gucci, —o su hermano mayor malvado, que viste de Armani—, pero mato monstruos, el mismísimo ángel Raziel me ha convertido e  su niña prodigio, y actualmente estoy casada por interés con un estimado director cuyo corazón fue roto. Quizás debería escribir un libro sobre mi vida, y presentarlo a una editorial de mundanos.

—Toda una cerebrito.

Una sonrisa se posa en mi boca nada más ver al vampiro diurno. Sus colmillos sobre salen, y contra todo pronóstico lo hacen lucir más dulce y tierno. ¿Es curioso verdad? Unos consideran que son los polos opuestos que se atraen, mientras que otros son casi como dos gotas de agua, y es precisamente los gustos que comparten lo que los unió. Isabelle y Simon son el claro ejemplo de este primer grupo. Aunque así como de innegable son las diferencias entre ellos, también lo es el amor que se profesan.

—¿Ahora que eres vampiro te crees con el derecho de meterte con los ratones de biblioteca? —bromeo.

—En realidad, sólo me meto contigo —se acerca para leer el contenido de uno de los variados libros.

—¿Qué te atrae por aquí? Espera, no me lo digas —alzo la mano mostrando mi palma—, vienes a secuestrar a Belle. Una vez más.

—Y las que quedan —sonríe aún más, soltando un suspiro que sólo un enamorado podría soltar mientras piensa en su novia—. Por cierto, tienes a Raphael indignado.

—¿Y a qué se debe tal cosa? —vuelvo a centrar mi mirada a las palabras en la página descolorida.

—Según él lo tienes abandonado —se encoge de hombros, ahora mirando a su alrededor. Ni si quiera a Simon le interesó el tema a tratar en los libros.

—Dramático —pongo mis ojos en blanco—. Hablamos todos los días por mensajes.

—¿Con quién hablas todos los días?

La llegada sigilosa del director nos pilla por sorpresa a ambos. Simon se pone recto en su lugar, luce más nervioso que segundos atrás cuando sólo éramos yo y él. Alexander, si bien se percata del cambio de actitud de su cuñado, lo ignora. Su mirada me mira con su intensidad habitual, y mi piel se eriza como reacción ante su presencia.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora