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El título habla por si solo

EPISODIO 33: arrodíllate ante mí

HERA

Abrumada. Tenía tantas cosas en mente que sentía que explotaría. Lo sucedido la noche del cumpleaños de Alexander seguía siendo un misterio para mí, y es ahora no sólo él era el único que establecía distancia entre ambos.

Por suerte, con su regreso podía dejar de ejercer como directora temporal. El alivio que librarme del cargo suponía para mi, solo hacía que me replantease el motivo principal por el cuál me habían enviado aquí.

Ser directora y manejar mi propio instituto.

¿Era eso lo que quería? Ni si quiera estaba segura a estas alturas de que fuera algo que me hubiese planteado yo misma. No recuerdo no querer serlo, o al menos, no tenerlo como objetivo. Querer algo con demasiada intensidad lo acaba convirtiendo una obsesión, y desde luego, que la obsesión de verme al mando de un instituto no es mía, si no de mi madre.

Cumplir las expectativas de mi madre me había cegado a tal punto, que la simple idea de no poder llegar a ser eso en un futuro hace que me pierda a mi misma. Si se da el caso de que finalmente el mundo vuelve a estar a salvo, mi matrimonio con Alexander finalizaría y entonces...¿Qué vendría después? ¿Pasar el resto de mi vida encerrada entre cuatro paredes y saliendo para las misiones y poco más? Solo había estado unos pocos días al mando, y casi me vuelvo loca.

Mi madre si había hecho algo bien en esta vida conmigo, fue instruirme. Me enseñó a manejar todo tipo de armas, a ser yo quien las controle y no ellas a mí. Con mis años de vida había adquirido una experiencia envidiable y admirable al mismo tiempo. Unos conceptos como que los sentimientos pueden ser usados a nuestro favor, incluso en el campo de batalla. Unos conocimientos, que resultarían muy útiles para las venideras generaciones. Una nueva generación, pero no una cualquiera.

Una generación de shadowhunters, que usen sus sentimientos, tanto buenos como malos a su favor, sabiendo aceptarlos y reconocerlos. Llenos no sólo de valentía y destreza, si no también conocimiento emocional y psicológico.

Mi carga mental había sido tanta, que había recurrido a cosas tan mundanas como comprar todo lo necesario para hacerme un porro de marihuana. Algo tan mundano como fumarse un porro bajo las estrellas en lo alto de la azotea, con el bullicioso ruido de las calles abarrotadas de Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Los mundanos caminando por las aceras, tan grandes como simples hormigas que podría matar tan fácilmente con mi pie.

Débiles, inconscientes. Tan ajenos e ingenuos de que verdaderas monstruos se camuflan y mimetizan entre ellos, jugando a ser uno más. Sin saber que un mal mayor se acecha, y amenaza con destruir la falsa paz en la que viven algunos. Ellos, cumpliendo el papel de víctimas, mientras que los demonios los miran como presas, siendo los villanos.

¿Y nosotros? ¿Qué papel cumplimos los nefilims en toda esta historia? ¿Somos a caso los héroes? ¿Los Vengadores de esta realidad? Quizás en una realidad alternativa, los villanos sean los héroes, ya que estos muchas veces, son los únicos capaces de decir la verdad.

Siempre creí fielmente que los villanos son los personajes más importantes de la trama. Sin estos, no existirían los héroes, por que cuál sería su utilidad o la necesidad de uno si no hay mal alguno que amenace con acabar con la paz en el mundo.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora