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EPISODIO 45:

—¿Jonathan? —repetí el nombre—

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—¿Jonathan? —repetí el nombre—. ¿Él te ha hecho algo?

Hera negó con su cabeza repetidas veces. Trataba de encontrarle sentido a todo esto, pero no era capaz. Ver aquella sangre en su boca, me trajo aquellos agrios recuerdos con Magnus. Todavía recuerdo la preocupación y el miedo oprimiendo mi pecho, mientras trataba de reanimarlo. Su nariz había empezado a sangrar, y empezó a hablar en lo que es uno de los idiomas demoníacos. Todo por la magia de aquel brujo.

Ahora que Hera conservaba la magia de Darek, y si bien no puede darle uso como había hecho Magnus, ella es una shadowhunter. Su cuerpo no está hecho para conservar magia en su interior, mucho menos una tan poderosa como la de ese brujo. Debíamos extraer esa magia de su cuerpo, la misma que su propio sistema rechaza y se lo hace saber de distintas formas.

—Él quiere mi poder —empieza a explicarme, con mirada ida—. Me dijo que tiene información que desconocemos, y que me resultaría muy útil.

—¿"Dijo"? —inqueri. Mis dedos se aferraron a sus brazos, y los apreté ligeramente—. ¿Cuándo te lo dijo, Hera?

—Hoy. A la mañana fui a la cabaña donde se estuvo refugiando Darek.

—Mentiste. Cuando le dijiste a Isabelle que habías ido a una librería.

Hera se veía abochornada ahora que había descubierto su mentira. La castaña podía tener muchas cosas malas, pero decir mentiras no es una de ellas.

—E-Eso es lo de menos, Alexander —se levantó de golpe, y empezó a caminar en círculos—. Jonathan debe conocer alguna forma de romper el vínculo sin necesidad de que alguno de los dos muera.

Aquel brillo en su mirada. Uno que nunca antes había visto, pero que a diferencia de todos los demás, no me augura nada bueno. Que Jonathan fuese conocer del poder que ambos albergamos mediante nuestro vínculo, es algo que juega en nuestra contra. Se podría decir que recién había nacido, y sin embargo parece ir varios pasos por delante de nosotros. Incluso sin querer, durante esa conversación que ambos mantuvieron en la cabaña, Hera le pudo aportar una gran información. Por no hablar que no podemos fiarnos de él, y mucho menos de que conozca la manera de romper mi vínculo con ella, de manera que ninguno de los dos muera.

—¿Porqué piensas eso? ¿A caso te lo dijo o simplemente lo insinuó?

—Me confirmó que tenemos un lugar dentro de sus planes. Sin duda por muy poderosos que seamos, no nos servirá de nada si no sabemos como usarlos —farfullo, sin apartar su mirada del papel que seguía frotando contra la palma de su mano.

—Pero no puede ser nuestro poder el motivo por el cuál acabas de sangrar —me enderecé, tirando el papel manchado a la basura junto a su mesado—. De ser así, yo también debería notar algo teniendo en cuenta que está repartido entre ambos.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora