18

2K 184 12
                                    


EPISODIO 18: cosas de cuñadas

HERA

—¿Vais a seguir las tradiciones de las bodas entre nefilims?

—Pues claro que sí —le respondí a Lydia sin detener mi búsqueda—. Somos dos shadowhunters que nos vamos a casar, ¿qué esperabas?

—Bueno, según sé, cuando Magnus y Alec se casaron no fue la típica boda —se explicó mientras escribía lo que parecía ser un mensaje de fuego. Seguramente estaba informando a los de la Clave sobre cómo iba mi matrimonio con el azabache.

—Porque era una boda entre un brujo y un nefilim, es distinto —¿Dónde mierda dejé mi estela? —. Además de que me gusta lo tradicional.

—Hera, hay una misión —me dijo Belle seguida de Jace, ambos se dirigían a coger sus armas.

No me molesté en despedirme de ella, sabiendo que la vería más tarde por lo que simplemente fui tras ellos.

—¿A qué nos enfrentamos? —les pregunté cogiendo un cinturón y varios utensilios donde poder guardar las dagas.

—Un pequeño grupo de demonios menores —le restó importancia Jace—. Según Alec dijo que nos vendría bien matar a unos demonios para aliviar tensión o algo así.

Miré de reojo a Isabelle, quien se encogió de hombros. ¿Desde cuándo el azabache hacia de intermediario y/o psicólogo del grupo? Sabiendo como es Alexander, estoy ansiosa por que alguien me cuente como fueron las cosas entre los dos parabatais cuando llegó la zanahoria.

—Yo debo irme —se despojó la morena de las armas que había cogido—. Me necesitan en el Dumort, suerte.

—¿Una pequeña orda de demonios? —bramo mirando a los demonios que nos rodean.

—Sí bueno —pega su espalda a la mía—. Quizás nos habría venido bien que al final Izzy hubiera venido con nosotros.

En un abrir y cerrar de ojos, los cuatro demonios menores se habían multiplicado. Aquello no era propio de este tipo de demonios. Cada uno se había dividido en dos de la misma especie pero más pequeños, más ágiles y desde luego, más toca pelotas.

—Voy a llevarme estos a otro lado, quizás si nos separamos y los dividimos será más fácil —le aviso a Jace quien parece estar de acuerdo.

Con ayuda de mi runa, hecho a correr siendo seguida por los ahora ocho pequeños demonios hincha pelotas. Sus bocas se abren emitiendo esos molestos chillidos, sus aguijónes me apuntan amenazantes cuál escorpiones. No puedo esperar a acabar con todos y cada uno de ellos.

Los dos primeros se esfuman entre cenizas y chillidos cuando les clavo a cada uno un shuriken en la cabeza. El tercero y el cuarto me dan un poco más de guerra, pero la espada me permite cortarles la cabeza al mismo tiempo. Con mis dos dagas me enfrento al quinto y sexto, mientras esquivo los golpes y aguijónes de los dos restantes.

—Solo faltáis vosotros dos —me giro, recurriendo nuevamente a la espada para enfrentarme a los dos últimos, más estes ya no están ahí—. ¿Qué demonios?

Agachó la cabeza, viendo las sombras negras que se mueven de un lado al otro. Son dos manchas negras circulares con lo que parecen ser unas alas de mosca. Cuando alzo la cabeza, los veo tirarse en picada contra mi. Sus bocas emiten una especia de sonido de guerra que me aturde. Sus aguijónes repletos de veneno gotean, estos alzados por encima de su cabeza dispuestos a enterarse en mi carne.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora