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EPISODIO 36:

Entretenimiento seelie


Eternidad

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Eternidad. ¿Qué harías si tuvieras todo el tiempo del mundo? Podrías leerte todos los libros escritos y por escribir. Pero a su vez, estarás presente durante más muertes de las que puedas imaginar. La muerte no solo de tus abuelos o padres, si no también de los hijos de tus amigos, o incluso de tus propios nietos y bisnietos. ¿Qué esperar cuándo estás esperando? Me hice muchas preguntas mientras miraba a la reina seelie sentada de vuelta en su sofá. Un reino, poder, juventud y tiempo ilimitado. ¿Qué más podía querer esa mujer? ¿Cuál era su propósito haciéndonos pasar por algo tan innecesario como lo es este momento? Quizás entretenimiento. Algo con lo que matar un par de minutos de lo que es una vida interminable.

—Solo es un beso, queridos míos —añadió más leña al fuego la muy...

Alexander mantenía su mirada puesta en su parabatai todavía inmovilizado por las plantas sirvientes de su majestad. Pero el rubio parecía totalmente ignorante de la mirada del mayor, puesto que sus ojos no se apartaban de la zanahoria cuyas lágrimas amenazaban con desbordarse de un momento a otro.

—Seguro que hay otra forma de recaudar más información sobre el libro —sacó a relucir su positivismo Belle, alternando la mirada entre la pareja.

—Seguro que sí, querida Isabelle —la morena no ocultó su desagrado hacia la reina—. ¿Pero a caso contáis con el tiempo necesario para buscar otra alternativa? El tiempo corre, queridos.

—También su tiempo se acaba, su majestad —le recuerdo—. ¿O a caso piensa que Darek no tiene planes para su reino lleno de hadas y magia, la cuál estará a su alcance. Solo tiene que librarse de cierta reina impertinente, y con ese libro en sus manos, tanto usted como yo sabemos que no le resultará muy complicado. ¿O a caso me equivoco, mi reina?

La seelie me miró con odio desde sus aposentos. Se removió inquieta de pronto y con un pequeño movimiento de muñeca las enredaderas liberaron al rubio.

—El libro fue cosa de Asmodeus. Un regalo para el que siempre consideró su único hijo y heredero de todo su imperio; Magnus Bane. Darek no fue nunca mucho más que un cero a parte para su padre, por ello pocos sabían de la existencia del otro hijo del príncipe del infierno —empezó a relatar para nuestra grata sorpresa la inmortal—. Claro que, ninguno de los allí presentes conocían la verdadera intención de Asmodeus, de otra forma, no habrían participado en tal acontecimiento.

—Pero Asmodeus nunca le llegó a dar ese libro a su hijo, ¿no?

—Claramente que no —objetó la zanahoria—. Si su padre le hubiera entregado el libro en algún momento Magnus se lo habría comentado a Alec, y este estaría al corriente.

Mi mirada se dirigió entonces al mayor, que había dejado de mirar a su parabatai. Parece ser que Alexander no está tan seguro de las palabras de Claryssa. Magnus vivió muchos años más, y de no ser por nosotros, habría vivido muchos más, Magnus había tenido tantas experiencias, disfrutando y gozando de los placeres de cada siglo y avanzando a medida que la historia lo iba haciendo, que la cantidad de cosas que le quedaron sin decirle a Alexander son imaginables.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora