EPISODIO 11:
HERA
Entrenar.Cuando mis padres me empezaron a instruir no me gustaba en absoluto,y siempre buscaba algún pequeño lugar en la casa donde esconderme.Con aquella edad sólo quería encerrarme en la habitación de mi hermano y leer todos los cómics y libros que allí tenía guardados.Con el paso de los años, comprendí que aquella era mi obligación,y empecé a verlo como un trabajo. Daba lo mejor de mí las horas que mis padres me exigían y luego me escaqueaba lo antes posible. Pero pronto lo vi como una vía de escape. Era una manera de distraer mi mente de otras cosas y solo centrarme en hacer bien los movimientos,aplicar la fuerza necesaria, entre otras cosas. Mis padres ya no tenían la necesidad de llamarme para que me pusiera a ello, pues yo misma lo hacía incluso en mi tiempo libre, aunque nunca dejé de ir a la habitación de Matheo para ver las películas y leer todo aquello que él ya había leído.
—¿Combate?
Me giro, observando a Jace quien me entrega una de las varas de madera. Sonrío, recordando nuestra última vez y acepto.
—¿Listo para perder, Wayland? —me pongo en posición de ataque.
Ambos nos movemos en sentido de las agujas del reloj, uno enfrente del otro esperando a que alguno ataque primero. Jace, quien es el más impaciente de los dos, hace su primer movimiento el cuál yo bloqueo. El sonido de las varas es lo único que se escucha en la sala, hasta que ambos acabamos desarmados. El combate prosigue, ahora cuerpo a cuerpo y las cosas están reñidas, principalmente porque antes de que él viniera yo ya llevaba un rato entrenando.
—Te ves bien debajo de mí —se burla, disfrutando de su posición.
Algunos mechones rubios se pegan a su frente a causa del sudor, mientras que mi coleta ya está desecha después de tanto movimiento. Su pecho sube y baja, y las runas en su torso relucen a causa de la capa de sudor que nos cubre. En algún momento se había quitado la camiseta, la cual estaba ya transpirada.
—Oh créeme —lo miro con una sonrisa a pesar del cansancio—, eso es porque no sabes como me veo cuando estoy arriba.
Una carcajada brota de su garganta, y sus ojos centellean. Jace es de esas personas que cuando sonríe lo hace con todo el cuerpo. Su pecho vibra, sus músculos se relajan y sus ojos se achinan, mientras la comisura de su boca se levanta creando unas cuantas arrugas en sus mejillas. Su risa es ronca, varonil y encaja con todo él.
—¿Interrumpo algo?
Todavía en el suelo con Jace sobre mi y sus manos sujetando mis muñecas por encima de mi cabeza, giramos nuestras cabezas en sincronía para observar a su parabatai que nos mira de brazos cruzas y un rostro serio.
—Solo estábamos entrenando, Alec —explica Jace, que mira a su parabatai para luego mirarme a mí. Una sonrisa se forma en sus labios, y vuelve a mirar a Alexander, que permanece de pie, mirándonos con molestia.
—Llego a tardar un poco más y estáis desnudos —farfulla, caminando hacia nosotros y dejando caer una carpeta en el suelo.
Han pasado varios días desde que fuimos al hotel, y tuvimos aquella acalorada discusión que acabó en una especie de conversación íntima. Desde entonces Alexander había pasado de molestarme a pasar de mí casi olímpicamente. Quizás recapacite ante el echo de que se dejó ver vulnerable ante mí, y esta es su forma de levantar las murallas.
—Tienes una misión con Clary e Izzy —miró a Jace, que ahora se encontraba sentado en el suelo frente a mí—. En esa carpeta está toda la información.
Jace asintió y empezó a revisar los papeles. La mirada del azabache se posó entonces en mí, con su rostro todavía molesto.
—Tu madre está aquí, te espera en el despacho y quiera hablar con los dos. Vamos —me ordenó, dándose la vuelta y caminando hacia el lugar nombrado.
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Alec
De TodoUna nueva guerra trae consigo a una futura directora en prácticas al Instituto de Nueva York. Bajo la tutela de Alexander Lightwood, Hera pone el mundo del revés. 『alec×oc』 【actualizaciones semanales】