Alec

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EPISODIO 16: la habilidad de sonreír

HERA

Resaca. Con lo bonito que suena parece mentira que se pase tan mal.

Primero viene el dolor de cabeza que se intensifica a medida que vas despertando e intentado abrir los ojos. La sensibilidad a la luz que hace que sueltes un quejido a penas audible. Las maldiciones a medida que vas siendo consciente del dolor muscular. La boca pastosa y seca, el único motivo por el cuál en ese estado te arrastras hasta la fuente de agua potable más cerca desde tu ubicación.

¿Sabéis lo que son las vacaciones? ¿Los días libres? ¿Los días festivos? Bien, pues los cazadores de sombras no. Por ese mismo motivo estoy medio muerta con mi rostro oculto entre mis brazos apoyados en la mesa de reuniones mientras esperamos a que Jace y la zanahoria se nos unan.

—¿No podías haber puesto esta reunión para más tarde? —se quejó su hermana.

La única prueba que tenía Belle de que ayer habíamos salido, eran sus ojeras y que realmente se había maquillado lo mínimo seguramente producto de aprovechar el máximo tiempo posible.

—Son las diez de la mañana, nos dormimos como a las cuatro o cinco, un poco de piedad —mis brazos amortiguaron mi voz, pero me escucharon igual.

—Totalmente de acuerdo —dijo Clary llegando tomando asiento junto a Jace que había llegado con ella. Parece ser que el rubio fue quien tuvo que sacarla de cama.

—Si ayer no hubierais llegado a las tantas y no bebierais como camioneros no estaríais así ahora —bramó Alexander, tan agradable y comprensible como siempre.

—¿Nunca te callas o cómo? —me enderece, mirando con cansancio al azabache. Este estaba a nada de saltarme a la yugular.

—Alec —le advirtió Jace. El rubio parece ser el único capaz de apaciguar a la fiera—, ¿a qué se debe esta reunión?

-Hoy de madrugada mientras vosotras estabais de fiesta —nos señaló de manera acusatoria—, unos demonios salieron del portal que estaba en casa de Magnus.

—¿Estaba? ¿Pasado? —habla Isabelle, más despierta que antes.

—Los demonios mataron a los dos cazadores que estaban haciendo guardia —mostró las imágenes de los cazadores muertos en el suelo. Sentí como la bilis subía por mi garganta—, y el portal se cerró.

—¿Se sabe que demonios eran? —preguntó Jace, mirando las fotos de los cazadores.

—Aún no. Acaban de dejar los cadáveres en el laboratorio —la mirada del azabache se desvío hasta su hermana—. Están esperando a nuestra experta en patología forense les haga un examen exhaustivo a ver si sacamos algo en claro de todo esto, y sus muertes no son en vano.

¿Alguna vez vuestra madre a tenido un mal día, y entonces tú, tus hermanos y tu padre habéis tenido un mal día también? Pues eso mismo pasa en el instituto. Si Alexander esta de mal humor, la pagará con nosotros y como daño colateral tendremos un mal día también.

—Me pondré con ellos —se retiró con menos energía que de costumbre.

—¿Nosotros que haremos? ¿Ir al piso de Magnus a ver si dejaron alguna pista?

—No, de eso ya se están encargando otros dos shadowhunters especializados —le respondió a Jace.

—¿Enserio Alec? —el rubio parecía indignado—. ¿Están dos desconocidos revisando el lugar donde tú y Magnus vivisteis?