Una nueva guerra trae consigo a una futura directora en prácticas al Instituto de Nueva York.
Bajo la tutela de Alexander Lightwood, Hera pone el mundo del revés.
『alec×oc』
【actualizaciones semanales】
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Isabelle está fuera de le peligro, y eso es lo único en lo que quería centrarme ahora mientras le hacia compañía en la enfermería. Alexander estaba junto Jace tratando de identificar al extraño repudiado que había atacado el instituto sin hacer sonar las alarmas. Con Belle en reposo, otra persona deberá encargarse de hacer un análisis completo al cadáver.
—¿De verdad crees que fue un fallo de las salvaguardas?
—¿Honestamente? —asentí—. No. No sería la primera vez que usan sangre de seelie en un repudiado. Cuando ocurrió lo de Valentine, envió un repudiado al Lobo de Jade. Cuando hice la autopsia, analicé también su sangre. Su sangre era de seelie, pero contaba con propiedades de ángel. Quién sabe lo que podrían haber usado en este repudiado, para que las alarmas no saltasen.
Ahora, que comprendía el motivo por el cuál tanto mis padres como la Inquisidora me mantuvieron lejos y a salvo durante la resurrección y todo lo posterior a esta, saber que yo podría haber ayudado, y que en lugar de eso estaba en Madrid, escondida en vez de ayudar a los míos, a proteger mi gente. Pero algo más grande nos esperaba, algo para lo que yo estaba destina y me necesitaban. Claro que Alexander así como yo, nació por y para este momento. Nació para estar conmigo, para establecer el vínculo que nos une, y que nos permite sentir lo que sentimos. Si él, al igual que yo, nació para esto, ¿por qué él sí luchó?
—Por cierto, ¿qué habéis encontrado?
Metí la mano en mi bolso urgando en el a ciegas, tanteando los objetos albergados en su interior hasta hallar el supuesto termómetro.
—Mide la fuerza de mi vínculo con tu hermano —le expliqué mientras se lo entregaba.
Isabelle la miraba con curiosidad, más en su mirada puede encontrar cierto reconocimiento.
—Mi madre me habló una vez sobre él.
—¿Una leyenda? —tomé asiento a su lado en la camilla, una vez que ella me hizo un hueco.
—Cómo todo en el Mundo de las Sombras, al parecer —hizo una mueca—. El anima metri.
—¿Medidor de almas? —hablé no muy segura de mi traducción. Los idiomas nunca han sido mi fuerte.
—Aparecía registrado en varios libros que trataban en concreto sobre el vínculo parabatai. En cómo los parabatai podían saber que tan estrecho es su vínculo gracias al medidor —me lo entregó de vuelta, tras una rápida revisión.
—Pero se equivocaron. No eran parabatais los que lo usaban, eran personas unidas por un vínculo distinto.
—Un vínculo como el del licantropo y la nefilim de la leyenda. Personas como tú y mi hermano —confirmó mi teoría—. ¿Cuánto calculó?
