20

1.9K 183 10
                                    

EPISODIO 20: Alera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EPISODIO 20: Alera

—Ya casi estoy, me faltan los tacones —habló cuando escuchó la puerta abrirse, pensó que se trataba de Raphael que venía a buscarla.

Se miró al espejo por última vez. El mismo vestido que Isabelle le había mostrado, unos pequeños pendientes de aro dorados con una perla colgando y el anillo que Alexander le había entregado cuando le propuso matrimonio. Había seguido el consejo de Lydia, su cuello desnudo debido a que en pocos minutos su marido le podrá el collar que le corresponde durante la ceremonia.

—Me parece que te falta esto.

La voz cálida de su padre la tomó desprevenida. Su contacto con él se había reducido de manera considerable desde el anuncio de su matrimonio, y eso a Hera le dolía. No podía que interpretase el papel de padre feliz cuando no lo estaba, de eso ya se había encargado muy bien su madre. ¿Pero darle la espalda? Ella también está asustada, incluso si es algo temporal como ambos estipularon, aquello no quitaba que para el resto de personas sería real.

En sus manos, el mayor de los Hadid sostenía el ramo de rosas blancas que llevaría consigo. Estaba bien acomodado, muy elegante al igual que el resto de las decoraciones. Isabelle había hecho un trabajo fantástico como organizadora de bodas. Aunque bueno, ¿qué cosa hace Isabelle que no se le de bien?

—Di algo papá —le pidió su hija mientras aceptaba el ramo.

Christian solo podía pensar en lo bonita que se veía su hija, más en los sentimientos negativos que opacaron sus ojos cafés. A diferencia de otros días, Hera no irradia luz propia por primera vez. Comparar la luz que proporciona ahora, es como comparar los rayos de Sol con una bombilla. Alumbra, pero no reconforta.

—Hay errores que es mejor cometer una sola vez en la vida.

El hombre busca entre los rasgos de su hija la niña que una vez fue. La que lo recibía con brazos abiertos y sonrisas, y combatía contra el sueño para no dormirse antes de que su padre llegara. Pero esa niña, su pequeña ya no está. No sólo por el tiempo que hizo sus mellas en ella, y su propio cuerpo que la convirtió en toda una mujer, si no que también su madre, la mujer de la cuál él llevaba tantos años enamorado la convirtió en la mujer que es ahora, sin darle opción alguna a decidir que quería ser.

—Se que para ti todo esto es un error papá —se mordió el labio, luchando contra el nudo que amenazaba con hacerle temblar la voz. Si su padre percibía su miedo, su duda, no dejará que se case—. Pero es necesario.

Sus dedos ásperos a causa de los años y el trabajo rozaron la piel rosada de sus mejillas a causa del colorete que con tanto esmero Isabelle le había puesto. Se había negado a que profesionales la preparasen, sentía que era totalmente innecesario. Soltó un suspiro, siendo consciente de que con sus acciones estaba defraudando al hombre que siempre estuvo ahí para ella.

AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora