Tres malditas horas. Tres.
El avión había aterrizado a las siete y eran las muy malditas nueve de la noche. Estaba cansada, tenía hambre y necesitaba ducharme para calmar el dolor de mi espalda y que la tensión desaparezca.
Iba a matar a Jc. Sabía que algo así iba a pasar y gastar de mi dinero para el resto del verano no había sido mi primera opción, obviamente. La causa requería que gaste parte de mis ahorros para tomarme un maldito taxi.
No, no iba a dejar de maldecir hasta sacar la mierda de mi primo cuando lo vea.
El mensaje que Davie me había enviado con la dirección era bastante claro y el señor no tardó en averiguar que yo estaba completamente desorientada sobre las calles.
No sabía si eso era bueno o malo.
Luego de mi segundo viaje en taxi del día de más de treinta minutos, el taxista frenó frente a una casa. Una gran casa que a simple vista duplicaba el tamaño de la mía. Era hermosa.
-No puedo llegar a esa dirección. Están bloqueando la entrada- me gire desorientada al señor.
-¿Qué?- esto tenía que ser un chiste.
Un maldito chiste.
Colgué mi mochila y agarré el bolso como pude. Hice mi camino hasta la puerta que me había señalado el hombre del taxi.
Que esto no sea lo que estoy pensando porque iba a matar a Jc si era lo que creía.
La cantidad de autos y motos que bloqueaban la entrada era impresionante. Al parecer estos chicos tenían un buen estatus económico porque los autos eran últimos modelos y de las mejores marcas.
La música no tardó en golpear mi cerebro, atravesando mis tímpanos.
Por Dios, que no sea esa, que no lo sea.
La puerta de una casa, un poco más grande de la que había captado mi atención antes, estaba abierta. Busqué la dirección.
Mierda.
La gente seguía entrando y saliendo, de la que supuse era la casa de mi primo y algunos de sus amigos. Papá me había explicado que Justin compartía la casa con dos chicos o algo así.
¿Cómo iba a encontrarlo?
La gente estaba por todos lados, amontonados, apretándose los unos con los otros. Bailando. Besándose. Bebiendo y algún que otro fumando.
Asqueroso.
Era obvio que no encajaba, al menos no esta noche que vestía jeans, una remera blanca básica, mi campera gris con capucha y mis vans gastadas. Estaba bastante incómoda cuando las miradas notaron mi vestimenta, quería salir corriendo de aquel lugar. Estaba demasiado fuera de lugar.
Ya no encajaba en las fiestas, y mucho menos en esta, al parecer.
Las chicas usaban vestidos diminutos y zapatos que doblaban su altura y parecían tan incómodos que mis pies dolieron un poco al imaginarme usándolos. Sus miradas me incomodaban muchísimo y fueron incrementando a cada paso que daba. Sentía los murmullos en mis oídos.
Si, tenía que escaparme de este lugar.
Como si pudiera ir a otro lado.
También recordé que había olvidado quitarme los lentes, necesitaba usarlos de vez en cuando, como ahora que mi vista estaba cansada después de horas de viaje. Tenía ganas de golpear mi cabeza en una de esas lindas paredes de la casa de mi primo, aunque fuera una lástima que se manchara.
ESTÁS LEYENDO
"Pinky promise?" | Kian Lawley.
FanfictionTemporada 1 Terminada. Todos los derechos reservados a likethewonderland©.