Mi cara dolía y mis ojos estaban rojos de tantas lagrimas que escaparon de ellos. Lo bueno de esto es que todo estaba siendo gracias a un solo chico. Sam.
Mi primera cita, la cual había sido terriblemente inesperada y terrorífica, en el buen sentido de la palabra, había sido buena. Muy buena para ser exactos.
Sam no había dejado de hacer chistes en toda la noche, habíamos tenido una buena cena y un increíble paseo por el muelle.
Bajé el volumen de la radio en cuanto llegamos a la entrada de la casa de Jc.
Mi amigo bufó porque lo había dejado a la mitad de Sorry de Justin Bieber feat J Balvin y él estaba tratando de aprenderse la parte que estaba en español -¿Era necesario?- empujó hacía arriba la palanca del freno de manos.
-Si, No quiero que todos se enteren que llegué-
En realidad, no quería que una persona se entere que llegué.
Me sentía tonta por hacer esto, pero no quería cruzarme con Kian después de lo de hoy.
-Lo siento, nena- dijo en español haciendo referencia a la canción de JB. Hice una mueca de asco ante su horrenda pronunciación.
Le di un beso en su mejilla, salí disparada del auto y subí corriendo las cortas escaleras de la entrada.
Agite mi mano en forma de saludo cuando abrí la puerta -Mañana te llamo- susurré. Lo vi alejarse y pude escucharlo gritar la canción tan pegadiza.
En cuanto crucé la puerta la oscuridad y el silencio me atrapó y sin pensar que mis pasos podrían hacer algún tipo de alboroto corrí en dirección a mi habitación.
¿A quién no le da miedo una casa a oscuras?
Suspiré cuando encendí la luz y cerré la puerta detrás mío.
Tiré las cosas sobre la silla del escritorio. Me saqué las zapatillas con la ayuda primero de un pie y luego con el de otro.
Suspiré porque hoy había tenido un buen día.
Los ojos de mi madre brillaron en mis retinas y mi corazón dio un vuelvo. Ahora que lo pensaba, era horrible que yo esté aquí pasándola bien mientras ella no está, por más que tenga un increíble día el vacío sigue intacto y es desgarrador. Una vez más podia sentir como mis pulmones no podían obtener el aire que necesitaban y mi estomago retorciéndose.
Nunca iba a superar la muerte de mi madre.
¿Quién superaba la muerte de alguien?
Siempre había pensado que hubiese preferido morir yo y no verla sufrir. No quería ver morir a las personas que amo, aunque sea la maldita ley de la vida.
Sin darme cuenta ya había me había cambiado a mi pijama y estaba sentada en la cama mirando un punto fijo, preguntándome como serían las cosas en una vida alternativa. Donde crecía con una madre, como tendríamos que hacerlo todos.
Tiré de mis rodillas hasta mi barbilla y las abracé. A veces sentia que esta posicion era lo unico que me mantenía unida. En una pieza.
Dos golpes en la puerta llamaron mi atención, desconectandome de mi pequeño mundo.
El ceño fruncido de Kian fue lo primero que vi mientras él abría paso en la habitación.
-Esto no es temprano, por si no sabías-
¿Estaba tratando de sermonearme?¿En qué momento creyó que tenía la oportunidad de controlarme?
-No estoy para tu mierda hoy, Kian- gruñí y desvíe la vista de su ridículamente hermosa cara.
Lo sentí sentarse a mi lado y su respiración chocó con el costado de mi rostro.
-¿Qué hizo Sam? Si él hizo algo juro que perseguiré su culo hasta que se arrodille a pedirte perdón-
Estaba enojado. Lo sabía y también lo sentía.
No sabía si sentirme bien con él queriendo defenderme de algo, aunque no tuviera nada que ver ahora.
Negué -Sam no me haría nada nunca. Lo conozco- aclaré, porque era cierto. No creía capaz a Sam de hacerme algo nunca. Era una de las mejores personas que conocí nunca.
-¿Entonces?- su mano tiró de mi mentón y sus ojos inspeccionaron mi rostro de cerca.
-Nada. Solo pienso. No tendrías que estar aquí- cambié de tema radicalmente, porque no me importaba que Kian se preocupe por mis altibajos. O eso creía.
Volvió a suspirar y vi que estaba tratando de ser paciente conmigo.
-Habíamos quedado en algo. Tenías que volver temprano- esta vez tiré mi rostro lejos de sus manos y lo observé.
-Yo no quedé en nada contigo. No tienes el derecho de exigir nada, Kian- a él pareció no importarle lo que dije porque su pulgar acarició mi labio inferior.
-¿Te besó?- sus ojos chispeaban en dirección a mi boca y yo tragué en cuanto vi los suyos. Deseando que estén sobre los míos. Sobre mi. Sobre mi piel.
-No- contesté sintiendome terriblemente estúpida contestando esa pregunta.
Se acercó a mi y sus ojos no se despegaron de mi boca.
Quería besarlo. Quería a alguien que está prohibido para mi de todas las formas posibles.
Su lengua acarició su labio superior y deseé ser yo la que hiciera eso por él. El sonido molesto de alguna canción cliché interrumpió el momento.
¿Quién llamaba a la una de la mañana?
Los ojos de Kian siguieron en los míos cuando se alejó un poco para contestar.
Seguía sentado en mi cama. Sus dedos desbloquearon el aparato sin ver quién era -¿Hola?- en cuanto escuchó la voz de la otra persona acomodó su garganta y sus ojos se despegaron de los míos -Estoy saliendo para ahí- sin esperar más terminó la llamada. Se puso de pie y me miró.
-Tengo que irme- y así era como se terminaba el momento que me estaba costando tanto permitirle.
-¿Estas segura que estás bien?- asentí incrédula porque cualquier persona de este mundo podía notar que no lo estaba. Parpadee en su dirección, tratando de darme cuenta que en verdad iba a irse.
No culpaba a Kian por irse. Él tenía una vida, no tenía tiempo para una estúpida chica que extrañaba a su madre.
No sabía si él me estaba creyendo o no, solo supe que se estaba yendo en cuanto se acercó y besó mi frente por unos segundos.
Cuando la puerta dio un pequeño golpe tapé mi cuerpo y me hice una pequeña bola, esperando que así se me pase esta tristeza y la sensación de estar sola.
Los Angeles me había hecho sentir que estaba extrañamente sola. A pesar de Jc, Lia y Sam.
Quería volver a casa porque estos sentimientos de adolescente no los tenía hace mucho y no los necesitaba ahora para que me torturen más de lo que lo hacían.
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"Pinky promise?" | Kian Lawley.
FanfictionTemporada 1 Terminada. Todos los derechos reservados a likethewonderland©.