004:"Que nos conviene y que no"

2.3K 93 20
                                    

El despertador taladró mis oídos alrededor de las once de la mañana.

Mi mente me pedía a gritos que me despertara, mientras que mi cuerpo me decía que durmiera hasta la hora que sea.

Sabía que no quería desperdiciar el día, así que me sacudí de un lado a otro de la cama, tratando de quitarme la pereza, antes de levantarme de una vez por todas.

Anoche, después de que Kian me haya abandonado en el pasillo, me tomé mi tiempo en caminar hacía la que supuse era su habitación, entrando y rodeándome de su fragancia, inspeccionando cada rincón me di cuenta que era bastante desordenado.

No lo juzgaba, mi habitación también era un desastre algunas veces.

Anoche, o mejor dicho esta mañana había tomado una ducha. Me ayudó a descontracturarme.

Había lavado mi cuerpo con su jabón y mi pelo con su shampoo, esperaba que no se moleste porque no estaba para afrontar otra discusión con el chico.

Ahora solo había cambiado mi pijama por unos jeans viejos y totalmente gastados, que habían pertenecido a mi madre, zapatillas cómodas y una musculosa dos tallas más grande que la que tenía y ya estaba lista para recorrer las escandalosas calles de Los Angeles.

Mi pequeño culo inquieto había recorrido de punta a punta la calle de la costa.

Mi cuerpo quemaba después de tres horas caminando bajo el Sol y en el camino a la casa de mi primo me imaginé disfrutando de esa gran piscina.

El aire acondicionado me golpeó apenas crucé la puerta.

Placer puro.

El silencio me acompañaba en el camino a la cocina, tiré las bolsas de la compra sobre la gran isla y fui a cambiar mi ropa por una más cómoda.

¿Dónde estaban estos chicos?

Agradecí que Jc o Kian no estén porque no quería que ninguno me vea en bikini, por las dudas me había puesto una remera de alguna banda que mi padre escuchaba, la cual cubría hasta arriba de mi rodilla.

Nada mejor que la ropa grande.

Había preparado un sándwich y una pequeña lata de coca-cola. Prácticamente me tiré al borde de la piscina.

Esto era vida.

-¡¿Hola?!- casi me caigo al agua del susto.

Levanté la vista, tratando de cubrir el sol con una de mis manos y observé el ceño fruncido de Kian.

Desde aquí parecía tres veces más alto de lo que era. Me senté tratando de no sentirme tan intimidada por su tamaño. Me imagine como un enano de decoración frente suyo.

Levantó una ceja en mi dirección, esperando una respuesta a una pregunta que ni siquiera había hecho.

¿Qué? Oh, si.

-¿Cuál es tu problema?- no podía creer que esté prestando más atención a su ropa que a las palabras que salían de mi boca -Estaba durmiendo- aclaré.

Se sacó los lentes de sol y los colgó en la cadena que brillaba alrededor de su cuello.

-¿Te gusta lo que ves?- rodé los ojos, aunque me derretí un poco cuando me regaló una sonrisa de un millón de dólares -¿Donde estabas?- cambió de tema -Tu primo se volvió loco- se sentó frente a mí con sus piernas extendidas hacia adelante.

No había tenido la oportunidad de contestar a ninguna de las preguntas que me había hecho porque las hizo una detrás de las otras. Como si no necesitara de mis respuestas.

"Pinky promise?" | Kian Lawley. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora