043:"Él no está"

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Los rayos de Sol no me habían dejado dormir el tiempo que hubiese querido, casi siendo tan molesto como el frío que se infiltraba a través de mi ropa.

Me había costado muchísimo conciliar el sueño anoche y cuando al fin pude hacerlo era lo único que quería hacer.

Esa sensación que te desconecta del mundo. Cuando no piensas y puedes despegarte de tu realidad, de tu maldita realidad.

Cuando mi madre murió pasaba más tiempo durmiendo que despierta. Simplemente no se sentía bien estarlo.

Eso quería hacer ahora. Dormir hasta que todo mi dolor interno pase.

Sabía que eso no iba a suceder y que afrontar tus problemas era una ley de vida, pero algunos somos algo cobardes para estas cosas y yo ya me estaba anticipando al dolor que iba a sufrir.

Me estire en el pequeño asiento del jeep, tratando de estirar las mangas de mi abrigo un poco más, algo que no iba a pasar por más que lo intente.

Abrí mis ojos de a poco, asegurándome de que la luz del Sol no me molestara tanto, pero también fue algo que no pude evitar. Abrí la guantera y por suerte había un par de lentes.

Era un alivio tenerlos puestos y que tapen un poco la claridad.

Acomode el asiento en su lugar normal y observé mis alrededores para ver si había algún oficial de transito tratando de ponerme una multa. Por suerte no había nadie.

Anoche me había cerciorado de encontrar un buen lugar para estacionar el jeep y dormir un poco.

Encendí la radio y marcó la hora.

08:37 am.

Suspire. Era hora de volver.

Manejé hasta la gasolinera y llené el tanque, también pasé por una cafetería y me compré el vaso más grande de café y alguna que otra cosa para comer.

Estuve dentro del jeep, estacionado en el garaje de la casa, al rededor de quince minutos más, decidiendo si debía o no entrar.

Mis dedos habían estado apretados a mi vaso de café y móvil tanto tiempo que pensé que la circulación de sangre no estaba siendo la correcta.

Caminé lo más despacio que pude por la parte trasera y cuando subí las escaleras supe que había sido en vano.

Las voces de Jc y Lia se escuchaban desde donde estaba parada. Abrí la puerta lo más despacio que pude.

-Ella va a aparecer, Lia- estaban dándome la espalda, la chica estaba sentada y Jc estaba parado a su lado, mientras acariciaba su espalda -Siempre hace estas cosas cuando esta molesta por algo- tranquilizó mi primo, con la confianza necesaria en sus palabras para convencer a Lia.

-Yo tendría que haber estado con ella. No la tendría que haber dejado ¿Qué clase de amiga soy?- me sentí culpable de inmediato en cuanto sentí la pena en su voz, y también sentí un poco de ternura al escuchar a Lia decir que es mi amiga.

-Eres una buena amiga, Lia. Me siento mal de que tu no puedas decir lo mismo de mi- sonreí algo triste en cuanto dejé las llaves sobre la mesa. Los dos chicos me observaron, en cuanto giraron para ver de dónde venía el sonido.

Jc no estaba para nada sorprendido, pero Lia corrió hasta mi y me abrazó.

-Oh, Dios. Volviste- acaricié su espalda y le sonreí a Jc, quien solo asintió en mi dirección.

-Si ¿creíste que me iba a escapar con esto puesto?- señalé su top en cuanto se alejó del abrazo y rió un poco.

-Él no está- aclaró Jc luego de mis susurros, y sabía que no iba a decir nada más sobre esto, ni a pedir explicaciones porque él sabía que si necesitaba hablar lo iba a buscar, como siempre hacía.

"Pinky promise?" | Kian Lawley. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora