039:"Cargo de consciencia "

1K 57 5
                                    

Kian point.

Había estado dando vueltas por la calle, tratando de pensar cómo iba a hacer esto, qué iba a hacer y cómo iba a soportar esta mentira por lo que dure.

Estaba seguro que no quería poner en riesgo a ninguno de mis allegados, necesitaba mantenerlos seguros y si eso significaba mentir y no contarle a nadie, lo iba a hacer. Tenía que hacerlo.

El cargo de consciencia me había llegado cuando crucé la puerta de la habitación y Boo estaba en una pequeña bola a un costado. La luz de la televisión me dejaba ver su cabello despeinado y su rostro libre de maquillaje. Era hermosa.

Pensé en todas las posibilidades que tenía de perderla por esto mientras me sacaba mi pantalón y lo dejaba a un costado, junto con mis chucks.
No quería pensar en eso todavía, pero tarde o temprano iba a tener que hacerlo.

Se removió en la cama en cuanto apagué la televisión.

-¿Kian?- su voz ronca hizo que me tire a su lado y aprete su cuerpo debajo de las sábanas.

-Soy yo- susurré y sentí como sus piernas abrazaban las mías. La yema de sus dedos acarició mi pecho sobre la tela de la remera, como queriendo cerciorarse que era yo realmente.

-Volviste- suspiró antes de caer dormida una vez más, en mis brazos.

Sí, iba a necesitar hacer que esto pase rápido.

No sabía cuando mis ojos se habían empezado a sentir tan pesados o cuando me quedé dormido, sólo sabía que el Sol había salido cuando lo hice.

Mi cabeza había estado yendo y viniendo en esto que iba a tener que hacer. Ahora una pelea era más arriesgado para mi, antes no tenía nada que perder y sólo necesitaba el dinero, ahora era mucho más que eso.

Crucé mi brazo sobre mi rostro y traté de volver a conciliar el sueño, hasta que recordé en qué habitación estaba y que no había nadie a mi lado. Abrí mis ojos y no encontré a Noa.

Mis dedos acariciaron las sabanas cuando me senté sobre la cama.

El Sol se infiltraba por la cortina americana que Dylan le había regalado a Boo.

¿Dónde estaba?

Mis pies tocaron el frío suelo y maldije un poco hasta que llegué a donde había dejado mi ropa anoche. Cepille mis dientes y salí un poco desesperado en busca de mi chica.

-Dylan, no voy a hablar con Alec. Tienes que entenderlo- pude escuchar a medida que hacía mi camino hacía la cocina.

Ella estaba de espaldas a mi, preparando algún bocadillo. Su móvil estaba entre su hombro y oreja, mientras sus manos estaban ocupadas. Su largo cabello caía en hondas en su espalda y pude reconocer esa remera que estaba usando. El jean negro que tenía puesto le hacía un culo del infierno, el cual había estado presionado a mi durante la noche.
Admito que sonreí un poco al recordarlo.

Giró sobre su cuerpo con un plato entre sus manos y saltó en su lugar del susto.

-Te dije que te pasaríamos a buscar. No seas dramático- me sonrió y me acerqué a besar sus labios, en los cuales me perdí unos minutos, mientras podía escuchar algunas tonterías que decía Dylan del otro lado de la línea.

-¿Qué es ese ruido?¿Te estás besando con Kian, cierto? ¡Eso es asqueroso!- ambos nos sonreímos durante nuestro beso y ella se alejó, hasta que mis manos tiraron de su cintura y quedó apoyada en mi mientras mi cuerpo descansaba en la isla.

-¡Tuve que escuchar cosas peores en tus llamadas!- estaba totalmente ofendida y me reí de ellos dos -Cállate y a las nueve tienes que estar listo, si no lo estás nos vamos sin ti- cortó la llamada cuando se empezaron a escuchar las quejas de Dylan.

Se giró y dejó el plato a un costado. Me observó por unos segundos y acarició mi rostro -Hola-

Le sonreí cuando sus ojitos brillaron en mi dirección -No te quise despertar. Parecías cansado- y ahí estaba devuelta el maldito cargo de consciencia.

-Lo hubieses hecho- escondí mi rostro en el hueco de su cuello y cerré mis ojos tratando de borrar la decisión que había tomado anoche. La aprete un poco más en mis brazos, sintiendo el calor que emanaba.

Se quejó un poco, pero en segundos tenía sus manos presionadas en mis espalda, subiendo y bajando.

-¿Kian, estás bien?- quiso alejarse del abrazo para observar mis ojos, pero no se lo permití.

-Si te quedas donde estás lo estoy- asintió y nos quedamos abrazados unos cuantos minutos.

Estaba seguro de que si se enteraba de la locura que estaba por cometer iba a sacar la mierda de mi. Podía parecer una persona tranquila, tímida y terriblemente asustadiza por momentos pero ella no iba a dudar nunca en darme una paliza por alguna estupidez que haga. Este era el caso.

Y si me preguntan si estaba asustado de una chica de un metro y medio, la respuesta es sí. La había visto enojada antes y era algo que no quería volver a repetir.

De eso estaba seguro.

"Pinky promise?" | Kian Lawley. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora