— Hay guardias en las entradas de la ciudad y en pueblos cercanos –se escuchó de aquel hombre-. Es imposible que haya otro ataque de ese tipo.
— No es malo tomar precauciones –habló otro-. Se trata de la protección de nuestra gente. No podemos exponerlos de esa manera.
— Nadie saldrá herido en este "acto" –dijo Mark, su postura era tranquila pero sus ojos mostraban seriedad, ante todo-. Habrá toque de queda a partir de esta noche. Cada grupo tendrá ronda de dos horas; con un reporte de lo que ocurre en el transcurso de la noche.
— Suena bien –coincidieron los hombres-. Y también será necesario colocar seguridad en tu residencia.
— Por tu protección, Mark; jamás se sabe.
— Al igual que su protección –dijo. Siempre procurando por el resto-. Necesito tener al Consejo resguardado.
— Como órdenes.
Habíamos pasado la mañana entera en una de las oficinas del señor Lucio, la gente de confianza de Mark contaba con lugares sin duda impresionantes. Todo decorado de un gusto muy moderno para alguien como él. Paredes con papel tapiz, el con alfombra color vino, cuadro de retratos personales y muebles visiblemente antiguos, pero bien conservados.
Mark, Lucio y Jorge estaban en la mesa observando algunos planos y mapas del país al parecer, con algunas medidas de seguridad que plantearían luego del ataque a Valencia. Trataban de que nadie se alarmara por aquel grupo que estaba suelto.
Estaba sentada en uno de los sofás color gris, un poco alejada de los hombres, pero aun así escuchando su charla con atención; Damián permanecía de pie a lado mío interviniendo únicamente cuando era necesario.
— No has dicho palabra desde que llegamos –me dijo.
— Supongo que no hay mucho que pueda aportar a esa charla –aclaré-. Ellos harán lo que sea correcto.
— Esto te agobia, ¿cierto? –cuestionó, asentí levemente, pues tenía razón-. A pesar de que ha dicho que debes involucrarte en estas situaciones, no lo entiendes del todo.
— Así es...
— Ven conmigo –me tomó del brazo arrastrándome hacia afuera de la sala.
— Espera, ¿Qué haces? –traté de cuestionar sin obtener respuesta-. No podemos salir, así como si nada.
— Mark está de acuerdo –dijo; volví la mirada hacia el hombre quien solo asintió respondiendo mi duda-. Necesitas despejar un poco tu mente.
Salimos de la oficina caminando por uno de los pasillos en silencio sin soltarme de su agarre, me impresionaba el tamaño de aquel sitio. Un par de empleados nos observaron al pasar haciendo una reverencia... posiblemente era por el lugar que Damián tenía en la sociedad, aún seguía siendo incómodo.
Subimos las escaleras que daban hacia la azotea del edificio el cual estaba vigilado por un par de guardias, el castaño intercambió unas palabras antes de darnos el paso y entramos a otro sitio: un lugar completamente blanco con un par de sillones, ventanas que levemente dejaban entrar la luz del sol. Era impresionante.
— Para ser la azotea, es demasiado elegante –dije.
— Lucio tiene un gusto por tener arreglado cada uno de los cuartos –explicó-. Pasa gran parte de su tiempo en las oficinas. La decoración es para tener un aspecto "hogareño".
— Entiendo –caminé por el lugar, mis pasos sonaban bajo el piso de madera liso-. Es un lugar agradable.
— Supuse que te ayudaría a relajarte por un momento –volvió a hablar-. Has estado muy tensa desde que salimos de la mansión.
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Broken © (2da parte de Stalker Love)
VampireAsegúrense de leer la primera parte de esta historia, «Stalker Love». No. Eso debía ser una equivocación... - Mark.... -aquel pensamiento se inició a hacer presente. - Madeleine y Sebastian Montenegro. -y entonces todo cobró sentido: las imágenes, l...