Capítulo 8

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~Una semana después~

Me encontraba en la biblioteca acomodando algunos libros que me había pedido, y una vez que lo hice me dediqué a ordenar algunas carpetas en uno de los estantes. Uno de sus guardaespaldas me vigilaba pues aún no confiaba en dejarme sola con sus papeles importantes...

Yo tampoco confiaría en mí.

Era el último día del año, y a pesar de todo lo ocurrido en esa semana no me hallaba entusiasta de la fecha; aquel año simplemente me transformó de manera notoria y me había hecho dudar sobre lo que observaba a mi alrededor. Pondría en balanza esos doce meses:

En la primera mitad, mi vida en Italia. Donde sólo procuraba por sobrevivir y no dejar que nadie me 'controlara', hacerme respetar a pesar de mi pasado... una chica que se hizo de un nombre dentro de aquel colegio como la más ruda; un triste episodio fue lo que marcó mis días finales.

La segunda mitad, inicia mi nueva vida ahora en Madrid. El maldito cambio en mi reloj biológico nuevamente fue una leve molestia que espero desaparezca; estar en una lujosa mansión de un empresario reconocido en España me es algo incómodo, prácticamente soy su huésped, una completa desconocida que posee privilegios que jamás imaginó.

Reuniones y compromisos dentro de una sociedad oculta al resto de los humanos, pláticas de negocios, política y la realeza vampírica en la que se veía envuelta una humana sin saber la razón. No pertenecía en dicho lugar.

Y finalmente: descubro que tengo un hermano, quien resulta ser el mismo sujeto que ha tratado de matarme anteriores veces...

Así que mi año fue genial, jodidamente genial.

Un archivo se cayó de mis manos en ese pequeño descuido, las hojas salieron de su lugar. Grandioso. Me agaché para juntar aquellos papeles y ordenarlos como lo habían estado, de entre ellos una fotografía se asomó; la tomé y la volví para ver de qué se trataba.

— La señora Amelia. —escuché a mis espaldas, el guardia a unos cuantos metros de distancia había hablado.

— Si... —dije— Era una mujer hermosa.

— Más que eso, señorita, la esposa del señor era una maravillosa persona con un enorme corazón cuando de ayudar se trataba.

— Todos han dicho eso —dije, volví la mirada— Jamás he querido preguntar, pero, ¿De qué murió ella?

Sabía que no sacaría demasiada información de alguien como él, no lo sabría sí no lo intentaba. Escuché que soltó un suspiro, y comenzó a acercarme a mí.

— La señora enfermó de la influenza en aquel tiempo —comenzó a contar— Nunca deseó ser convertida en una de la especie, algo que ella sabía que dolería al señor Mark; no tuvo más que aceptar la petición de su esposa. Luego de veinte días en cama, la señora cerró los ojos por última vez.

— Prefirió pasar sus últimos días aceptando el ciclo de la vida... —susurré.

— En cierta parte —reconoció— Ella pensaba que, sí aceptaba ser una más del círculo, no podría envejecer. Y además...no podría darle hijos al señor.

— Entonces es verdad lo que dicen esos textos.

— El nacimiento se es posible únicamente entre dos personas de la misma especie; mezclados es prácticamente imposible.

— Era un deseo de ambos... —supuse. El guardia asintió.

— Desde que usted llegó a este lugar, el señor la considera como una hija.

Aquellas palabras me produjeron una sensación un tanto extraña al escuchar el modo en que Mark me consideraba, y ahora al escuchar un poco aquella historia, lograba entender un poco más. Regresé la mirada de nuevo a la fotografía observando cada rasgo de aquella mujer: un rostro parecido al de un ángel, facciones finas, a simple vista una amable y amorosa mujer...

Broken © (2da parte de Stalker Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora