Capítulo 11

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Aquella cena transcurrió de manera tranquila. De verdad, muy tranquila.
Me mantuve en silencio durante toda la noche a excepción cuando los adultos me preguntaban un par de cosas; sentía la mirada tanto de Mark como de mi acosador al responder los cuestionamientos, lo hiciera de manera educada y adecuada. Evité hacer contacto visual con los tres sujetos, sabía que no soportaría mis impulsos.

En cierto momento de la noche, el dueño de la mansión presentó a Jason como mi hermano, y de inmediato lo bordaron con varias preguntas las cuales sorprendentemente respondió a la altura. Tal parece que, a pesar de aquel carácter, necesitaba obedecer a ese hombre. El señor Rodrigo fue quien más habló con él luego de la cena, por lo que escuché deseaba proponerle un sencillo trabajo en su despacho.

Por mi parte, mi charla con la señora Isabel en la sala principal quien me cuestionó sobre la aparición de mi hermano, ni siquiera sabía cómo responder a esa pregunta; me dio un par de consejos para las futuras reuniones frente a la sociedad, algo lo cual le agradecí infinitamente.

— Dime Nicole –habló ella- ¿Cómo te has sentido en estos meses con Mark? Me imagino que has aprendido mucho.
— Así es, señora –respondí- Más que nada, he aprendido la manera de mezclarme con las personas de la sociedad; en cómo debe ser mi comportamiento frente a mis mayores, cuándo hablar... Esas cosas tan vitales.
— Eres una jovencita muy responsable, a pesar de tener poco más de medio año viviendo en esta mansión, has aprendido varias cosas y tomarlas con una madurez impresionante.
Agradezco sus palabras. – asentí ligeramente. Quedé en silencio por unos instantes, meditando en lo que estaba por decir-. Usted conoció a la señora Amelia, ¿verdad?
— Así es. –respondió, miré el pequeño cambio en su rostro.
— Llevaban una buena relación... -susurré.
Asintió.
— Ella fue una de mis amigas cercanas... Pasábamos horas charlando en el jardín de esta casa, tomando el té, hablando sobre sus obras caritativas para la sociedad. Debiste haberla conocido.
— ¿Usted sabía que ella era humana... no es así?
— Si. –contestó- Sin embargo, ella fue tratada como no trató a todos: con respeto, por eso admiré su manera de ser dentro de la sociedad. Parece que aquello, el hecho ser una humana, dejó de importar al observar cada trabajo que hizo por los nuestros.
— No le interesó lo que pudiesen opinar de ella. –hablé-. Ella brindó su ayuda quizá cuando comprendía que no ser mucha.
— Mark te ha platicado sobre ella. –dijo. Asentí.
— He visitado el cementerio. –dije-. He observado lo mucho que la estimaban. Las rosas blancas eran sus favoritas por lo que pude ver.
— El jardín solía estar lleno de ellas. –comentó-. El blanco era su color preferido... El día de su funeral, todos los asistentes vistieron de ese color. Así ella lo hubiese querido.
— Ya lo creo...

Nuestra conversación se mantuvo por varios minutos hasta que el reloj marcó las once de la noche y los adultos comenzaron a despedirse. Los Miralles me invitaron a su hogar para días próximos lo cual acepté. Además de Mark, se habían preocupado por que tuviera la confianza que se necesita en aquel pequeño grupo; estaba mirando la ventana cuando sentí una mano sobre mi hombro, al volver la cabeza me encontré con Gerard.

— Es una lástima que no hubo tiempo para hablar. –dijo.
— Quizá lo podremos hacer en otra ocasión. –mencioné-. No esperaba que vinieras a esta cena.
— Mark me había llamado horas previas, además, debía hablar sobre unos negocios; espero me permitas conocerte un poco mejor.
— Supongo que si... -desvié la mirada de él.
— Su auto ya está aquí, joven Luján. –habló el señor Ernesto.
— Gracias. –le agradeció, el hombre hizo una leve reverencia y se retiró-. Aquí es donde nos despedimos, Nicole.
— Fue un gusto verte de nuevo. –murmuré.
— El placer fue mío. Desde aquella reunión no te miraba. Fue extraño que no hayas acudido a la celebración de año nuevo.
— Tuve un problema que me impidió estar ahí. –comenté-. Mark me recomendó quedarme en la mansión para poder descansar.
Lamento escuchar eso, pero me da gusto ver que eso ha quedado atrás. –sonrió-. Pero, ¿no me digas que pasaste esas horas sola?
— Eh, no... Damián estuvo, cuidándome. –dije.
— Rosell no te deja ni a sol ni a sombras. –rió por lo bajo-. Jamás lo había visto tan interesado por alguien.
— Es su trabajo como mi "guardián". –bajé la mirada hacia mi mano-. Después nos veremos...
— Ten buena noche. –dijo, tomó mi mano y la besó brevemente-. Nos veremos pronto.

Broken © (2da parte de Stalker Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora