Capítulo 4

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- Y eso fue lo que sucedió.

Habíamos charlado por más de una hora, dejé que ella iniciara, algo que me agradó pues se observa recuperada de lo sucedido con Evan; su vida había sido relajada desde que se mudó a la capital española y se adaptó rápidamente a todo.. ella se encontraba en otro colegio que, curiosamente, está un par de cuadras adelante de la academia. Me alegraba verla con esa sonrisa que conozco y sabía lo difícil que era seguir adelante después de Rossi. Había comentado, también, sus visitas a Italia para llevarle un ramo a su tumba.

Luego de aquello, me dispuse a contar lo que había ocurrido en aquella mansión desde la última vez que nos vimos; omití algunas cosas obviamente para no alarmarla y, mucho menos, asustarla. Los eventos a los que estaba obligada a ir por estar bajo la tutela de Mark, las mil peleas con Damián, mi situación en la escuela que sinceramente ambas sabíamos era la misma que en Florencia, mis prácticas de pelea, la relación con las personas a mi alrededor... y lo de él. Su rostro mostraba la sorpresa ante mis palabras.

- Dios, Nikki... -no podía creer lo que había escuchado- Parece un cuento lo que has dicho.

- Lo mismo pensé -dije yo, tomé el vaso de café que había en la mesa y bebí un poco- El problema es que es real. Todo cayó de manera repentina.

- No puedo imaginar todo eso. Sobretodo cómo puedes mostrar una expresión tan... serena.

- Debo mantener la calma por mi propia seguridad -expliqué- Tú sabes que mi carácter puede llegar a ser un poco... explosivo; en más de una ocasión he querido escapar. Pero no puedo. O más bien, no he querido hacerlo. Es como sí una fuerza extraña me dijera que debo permanecer ahí.

- ¿Una fuerza extraña? -cuestionó, asentí- Pero, ¿de qué podría tratarse?

- No tengo idea, pero es tan raro todo.

- Nikki, sabes que sí en algún momento necesitas ir a cualquier sitio, cuentas conmigo; no habría problema en que te quedaras con nosotros por un tiempo -dijo Alma.

- Agradezco tus intenciones -dije amable- Ya te he causado muchas molestias en el pasado, estaré bien en aquella casa.

- De acuerdo -asintió ella- Aún así, las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para ti.

- Gracias Alma -le dediqué una ligera sonrisa.

Sabía que ella era la clase de persona que le gustaba ayudar a los demás cuanto más pudiera, eso me agradaba de ella.

Luego de casi tres horas dijo que debía irse pues prometió acompañar a sus padres a unas compras, me despedí de ella mientras se detuvo, sacó algo de su bolsa y extendió su mano frente a mi.

- Me tomé la libertad de traer este obsequio -tomó mi mano y colocó una pequeña caja color turquesa- Ya sabes, por navidad.

- No debiste -dije apenada- Me harás sentir mal por no conseguir nada para ti.

- No digas nada, esto me nació; el mejor regalo es que podamos salir, ahora que estamos en la misma ciudad.

Me dio un abrazo antes de marcharse hacia la salida, quedé en aquella mesa por unos momentos terminando el café y mirando a las personas que pasaban por ahí; compras por aquí, por allá...

- Finalmente terminaste, ya estaba iniciando a aburrirme -escuché a mis espaldas, al tiempo que unas manos se posaban sobre mis hombros- Pronto oscurecerá. Hora de regresar a casa.

- Aquí es donde desearía que supieses conducir -dije sarcástica, escuché una risa burlona.

- Créeme, no deseas verme hacerlo: puede ocurrir un incidente sí trato de conducir y hacerte mía, al mismo tiempo.

-Eres un pervertido de lo peor... -dije, sentí su rostro descender hasta quedar a un lado del mío.

- De esa manera te atraigo, cariño -susurró, mi cuerpo sintió aquel escalofrío- Lo puedo notar en tus ojos.

- Cualquier cosa que estés pensando, no se te ocurra hacerla en este sitio.

- Entonces: deberé hacerlo una vez que lleguemos a la mansión.

Sus palabras llenas de sarcasmo, burla y un poco de verdad, me hacían ponerme alerta cada vez que nos encontrábamos solos; me puse de pie al tiempo que éste tomó mi muñeca caminando hacia la salida. Damián había llamado al chófer para que fuera por nosotros, debimos esperar en las puertas mientras llegaba el auto.

La temperatura había bajado un poco para las seis de la tarde, el viento soplaba ligeramente pero frío, abrazaba mi cuerpo tratando de entrar en calor. Aquel abrigo ayudaba en aquello pero aún lo terminaba por adaptarme al frío de la ciudad; un par de brazos rodearon mi cuerpo de manera fuerte pero cálida, volví la cabeza un poco para observar a Rosell abrazarme por detrás.

Transcurrieron diez minutos antes de que el auto arribara, aquel sujeto fue amable de abrir la puerta para que pudiese entrar, algo que le agradecí, él simplemente hizo una mueca. El vehículo inició el recorrido de regreso a la mansión en medio de la tranquilidad de la oscuridad al tiempo que miraba las calles con varias personas disfrutando de las decoraciones puestas en ciertos lugares de la ciudad.

Miré de reojo a Damián quien tenía en mano el móvil observándolo con un gesto serio, más que el que había visto en ocasiones, mi primer pensamiento fue cuestionarle pero no deseaba molestarlo así que dejé que siguiera en lo suyo. El resto del camino fue en completo silencio al tiempo que el sueño iniciaba a invadirme pero que me negaba a cerrar los ojos. Por seguridad.

Luego de quince minutos el auto se adentró a la cochera de la mansión al tiempo que bajé de prisa para entrar a la agradable temperatura de la casa, la chimenea estaba encendida siendo ésta la única iluminación por el momento; me senté en el sofá más cercana al tiempo que froté mis manos tratando de entrar en calor casi de manera inmediata. Saqué de mi bolsillo aquella pequeña caja que Alma me dio, mi curiosidad era mucha y realmente deseaba saber lo que contenía... decidí abrirla hasta la nochebuena.

Eran pasadas las siete y mi estómago pedía comida, me puse de pie en dirección a la cocina para tomar un poco de la que había sobrado; saludé a la cocinera y le pedí de manera amable un poco de la comida de aquella tarde, asintió y enseguida puso a calentar en el microondas. Serví un poco de agua para acompañar la comida, agradecí antes de tomar el plato y dirigirme al comedor, todo estaba en una enorme tranquilidad la cual me era agradable... un poco de paz no dañaba a nadie.

Al entrar al comedor observé la silueta de una persona sentada, y como sabía que me estaba mirando, me detuve al instante para identificar a dicha persona.

- Ya regresaste. -dijo- El idiota parece haber hecho buen trabajo al "cuidarte".

- Yo no necesito que me cuiden -respondí- Así como tampoco necesito que te "preocupes" sí salgo o no, y con quien.

Broken © (2da parte de Stalker Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora