≽˖՞🚧 ۫ ۫։ຼ ۪۪۫۫ changbin presenció cómo
su 𝘥𝘰𝘯𝘨𝘴𝘢𝘦𝘯𝘨 besaba los labios
del líder, y cómo este tocaba todo
lo que sus manos llegaban a tomar
de jisung.
...
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Chan relamió sus labios sin apartar la vista del par que, ya percatados de su presencia, le daban un gran espectáculo.
Las manos de Minho estaban sujetas a las sábanas, arrugandolas con fuerza, había una mordaza en su boca incapacitado sus quejidos, y tenía esos ojos fijos y temblorosos en la figura de Chan parada en la puerta dentro de la habitación; la vergüenza consumía sus entrañas. Jeongin, detrás de Minho, degustaba de su agujero previamente lleno de semen.
―¿Qué hace ahí parado, hyung? ―Jeongin se incorporó sin dejar de mirar fijamente al mayor, relamió sus labios lentamente y sonrió.
Chan alzó la ceja tentado a soltar una risilla, sin embargo, se contuvo.
―¿Qué le haces al pobre Minmin? ―Devolvió Chan en una pregunta burlesca.
Minho movió suavemente sus caderas ajeno a la conversación que los otros estaban teniendo, comenzando a rozarse con la virilidad de Jeongin en búsqueda de sentir más que sólo unos empujones, queriendo de nuevo su grueso pene golpeando en su interior. Su ano se contraía deseoso, palpitando ante el chapoteo que oía a causa de la cantidad de fluidos en la zona.
Las fuertes manos de Jeongin apretaron sus glúteos impidiendo que Minho siguiera moviéndose e instantáneamente dejó salir un gruñido.
Minho jadeó molesto, entonces, escupió la mordaza y respiró por la boca.
―Apresúrate, Innie... ―rogó Minho meneando sus caderas―. Jódeme de nuevo.
Jeongin sonrió, demostrándole al líder que era él quien era aclamado y no Chan.
―Ya voy, algodincito ―canturreó Jeongin, llevando una mano hacia la entrepierna de Minho que continuaba goteando semen, metiendo fácilmente dos dedos―. ¿Permites que Chani se quede a mirar nuestro show?
La pregunta fue seria, sugerente. Minho miró al líder con una sonrisa casi tímida en su rostro.
―Que mire.
Sin dejarle terminar de hablar, Jeongin se adentró hasta lo más profundo de Minho en un sólo empujón, sacando de él un gemido agudo y prolongado, que hizo que sus mejillas se colorearan de rojo.
Era viscoso, caliente y sumamente placentero. Jeongin jadeó girando sus ojos fuera de su órbita, apretó las caderas de Minho y volvió a salir, hundiéndose igual de profundo por segunda vez.
Jeongin no era suave, pero lo jodía tan bien. Minho apretó su rostro contra las sábanas y mordió con fuerza su propia mano.
―Honey... ―Distorsionado, Minho abrió aún más sus piernas y levantó su trasero para más comodidad.
