#track21 Kiss me and marry me

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chanchang

Changbin se paró enfrente del espejo que cubría toda la pared lateral de la sala de yoga. Recorría su cuerpo entero con los ojos especulando cómo se vería él con un vientre como el de su vecina. Ella se veía tan pero tan linda con él que Changbin deseaba lo mismo, salvo que tenía varios impedimentos.

Llevó una mano a su pelvis y con la palma abierta acarició toda la zona hasta el ombligo.

―¿Qué estás viendo? ―preguntó el Alfa más metiche de todos.

―Tomando café, Bang Chan, ¿qué no ves? ―ironizó Changbin, girando los ojos.

―Oye, no te he molestado desde que llegaste, ¿por qué me tratas así? ―Chan se apoyó en el espejo, de costado, pasando la vista por el cuerpo del Omega.

―Llegué hace diez minutos, aunque pensándolo bien, tienes razón, es demasiado tiempo para ti. ―Changbin se dio la vuelta, yendo hacia el instructor.

Bang Chan suspiró; el Omega era difícil, en especial porque no quería nada con nadie y Chan no tenía tanta paciencia, aunque gracias a ello descubrió que lo que sentía por el chico no solo era atracción, o ganas, sino curiosidad. No solo quería escucharle decir cosas sucias en la cama, también quería oírle reír por algo que él haya dicho, quería verle comer y que este no le mire con desconfianza, quería sentirle piel a piel sin que Changbin le empujase.

Todavía con confianza, Chan sonrió y se dirigió al instructor, pasando el brazo disimuladamente por encima de los hombros de Changbin, disfrutando del tacto los segundos previos al golpe en el estómago.

Chan asomó la cabeza espiando a su Omega favorito, quien terminaba de vestirse después de la clase de yoga

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Chan asomó la cabeza espiando a su Omega favorito, quien terminaba de vestirse después de la clase de yoga.

Nuevamente el chico estaba parado enfrente de un espejo, acariciando su vientre con cariño. Chan sabía que el chico no tenía una pareja y mucho menos un bebé, los incontables rumores del vecindario acerca de su pasado corrían como la pólvora, todo el mundo estaba enterado de aquel Alfa que le había hecho cosas malas.

Changbin se había encargado de espantar a cada Alfa que quisiera cortejarlo.

Changbin no quería una pareja, pero al parecer, el hecho de tener un bebé le hacía demasiada ilusión.

―Has estado mirándote así todo el día ―dijo Chan, saliendo de su escondite.

Changbin pegó un pequeño salto del susto y frunció el ceño hacia el Alfa cuando se dio cuenta de que se trataba de él. Chan solía atosigarlo sin llegar demasiado lejos, Changbin mentiría si dijera que lo odiaba completamente, de hecho, se sentía bien de alguna forma. Los cumplidos y el intento de acercamiento del mayor hacían que Changbin se sintiera atractivo.

―Creo que quiero tener un bebé ―dijo Changbin entonces, todo signo de hostilidad se había esfumado de él repentinamente.

Chan continuó con la vista en él, aquella confesión no le resultó extraña de alguna manera. De hecho, le hizo sonreír espontáneamente.

―¿Quieres que te ayude con eso? ―dijo Chan, y apesar de que fue rápido, ni siquiera pensó que fuera una mala idea.

Changbin rio.

―Me da miedo la parte donde tengo al bebé ―confesó riendo, mirándose melancólico―, también la parte donde tengo que hacerlo.

―Entonces no quieres parir... tampoco crearlo, ¿has pensado que tu mejor opción sea adoptar?

Changbin frunció los labios y desvió la vista hacia el Alfa como si estuviera diciendo algo desde la ignorancia total.

―Los Omegas solos no pueden adoptar ―dijo lentamente, como si se lo explicase a un niño.

―Puedo ayudarte con eso también ―Chan no tenía ninguna duda al respecto―. No estoy jugando, Changbin.

Changbin mordió su labio inferior. Su mayor deseo estaba en las manos de ese, prácticamente, extraño. Él le daba la posibilidad de poder cumplirlo y no sabía cómo sentirse con eso. Además de profundamente agradecido y risueño.

―¿Por qué harías eso por mí? ―preguntó Changbin, con algo de esperanza.

―¿Por qué no? Digo, me gustas muchísimo. Y... Además, si no me quieres en tu vida, el niño sería mío sólo legalmente. Quiero ayudarte.

Changbin se lo pensó. Realmente pensó en ello por un mes, en ese transcurso de tiempo dejó que Chan ingresara a su vida sin paredes ni quejas, abrió cada una de sus puertas libremente. Cuando la confianza era tal que ambos tenían llaves ajenas, Changbin y Chan ya habían pasado medio año saliendo informalmente.

Para sorpresa de Seo, Bang era completamente diferente a lo que había creído. Definitivamente los prejuicios y estigmas eran una porquería, Chan lo había demostrado.

―Querías un bebé ―dijo Chan, ingresando a la habitación que ambos comprarían hacía sólo dos días, atropellándose con sus propios pies―. Sé que no debí hacerlo sin ti, pero, hoy en el súper me crucé a una monja y hablamos sobre el tema de la adopción... ¿Crees que... estás listo?

Chan había soltado aquello tan rápido y emocionado que Changbin se había quedado congelado en su sitio. Tardó varios segundos en reaccionar ante la atenta y apasionada mirada del Alfa.

―En realidad... ―Changbin se mordió los labios y se encogió en sí mismo, abrazando sus rodillas―. Quisiera esperar un poco más... y tener un bebé juntos, sólo si quieres... No voy a molestarme si no quieres, no tienes que hacerlo, en realidad no debes, lo siento.

Changbin bajó la cabeza, incómodo. En realidad él no esperaba abordar ese tema aún, no cuando no estaba seguro de que las palabras que el Alfa había dicho aquel día fueran totalmente reales y puras.

Su comportamiento con él había cambiado, dejó de ser hostil y agrio porque quería conocerlo de verdad y quererlo, era un buen chico; logró hacerlo, para su sorpresa. Logró amar a Chan, de a poco, el cariño creció más y más... No obstante, no sabía nada acerca de lo que el Alfa quería en realidad.

Cuando su pecho se oprimía debido al silencio, cuando sentía que algo se rompía en él, Chan tomó su mejilla con cuidado y besó sus labios por primera vez, en un toque suave y delicado. Los labios del Alfa eran suaves y dulces, esponjosos, sabrosos, Changbin degustó de él con la tranquilidad y aprecio que este le brindaba.

―Claro que quiero ―dijo Chan, en un susurro sobre sus labios tibios―, y esperaré todo lo que quieras que espere.

Changbin sonrió dulcemente, abrazando al mayor por los hombros dejando salir unas cuántas lágrimas de felicidad.

No todos los Alfas eran iguales, nadie era tan especial y amable como Chan. Y no le costó mucho tiempo descubrirlo.

 Y no le costó mucho tiempo descubrirlo

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Mié., 16 de octubre 2019

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