#track17 Karma

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ᴄʜᴀɴsᴜɴɢ¡!


El alma de Han casi abandona su cuerpo cuando un sujeto ensangrentado tocó su parabrisas con insistencia, manchando de rojo la esquina del vidrio.

―¡Jesús! ―exclama Jisung, sobando su pecho con miedo.

―Por favor, ¡déjame subir! ¡por favor! ―grita el joven de cabellos rizados una y otra vez―. Alguien quiere asesinarme, ¡ayúdame!

Jisung duda, por varios segundos eternos donde se debate entre dejarle entrar (y que probablemente la víctima sea otra) y dejarle allí, con la posibilidad de que muera. Los nervios de Han aumentan cuando el chico intenta abrir la puerta, pero el seguro está colocado haciéndole imposible el ingreso.

El muchacho de diecinueve años está apunto de pisar el acelerador y huir de aquel camino nevado, pero su corazón no le deja hacer tal cosa. Ahogando un suspiro y rezando por su vida, Jisung abre la puerta dejando que el chico con sangre en sus manos entre al automóvil. Con rapidez, el chico se oculta detrás de los asientos delanteros, tirándose al suelo.

―Lamento haber ensuciado tu auto. ―Es lo primero que la voz más calma dice, un par de horas más tarde―. ¿Ha... Hacia dónde nos dirigimos? Llévame a un hospital, te pagaré. Sólo sácame de aquí.

Jisung comienza a conducir nuevamente después de la pequeña parada para enviarle un mensaje a sus padres contándole toda la situación más una descripción detallada del chico en su auto; la noche está extremadamente fría y aterradora. La nieve cae sobre ellos como tormenta.

―¿Estás muy herido? ¿Puedes sentarte? ―pregunta Jisung―. Vamos, te daré algo caliente.

Han trata de ser amable, de sonar tranquilo y sumiso.

―No es... La sangre no es mía ―dice, incorporándose en el asiento trasero―. El idiota de mi ex asesinó a mi perro... ―murmura, mordiendo sus labios para no volver a llorar―. Estaba tan asustado, di... dijo que yo sería el próximo.

―Oh... ―Jisung no sabe qué decir al respecto―. Te daré café, ¿te gusta el café? Tranquilízate, ¿sí? Estás a salvo aquí.

―Gracias... por abrirme... No hay nadie en este lugar, está prácticamente abandonado. Creí que no encontraría ayuda.

Jisung sonríe, viendo al chico por el espejo. Está temblando aún, mirando sus manos con nostalgia y frustración, quizás.

―Revisa por ahí, mi padre siempre olvida sus abrigos en mi auto.

El chico revisa los asientos en la oscuridad y encuentra una suave y gruesa tela, en segundos se envuelve con ella.

―En serio, gracias, gracias ―repite el muchacho―. Soy... Soy Bang Chan. Es un gusto.

Jisung sonríe, más cómodo.

―Han Jisung.

―Bonito nombre. ¿Hacia dónde te diriges? ―consulta Chan, tomando el termo de café que el conductor le extiende.

―Voy a Busan. Mis papás viven ahí, y pronto nacerá mi bebé así que necesitaba ir con ellos para no estar solo. Ya sabes. ―Jisung acaricia su estomago inconscientemente.

―Wooo, ¿vas a tener un bebé? ―pregunta Chan, con sorpresa―. Te ves muy joven, ojalá me viera así a tu edad ―bromea, bebiendo del café.

―Já já ―Jisung sonríe una vez más―. No conozco mucho por aquí, así que si no estás herido no hay apuro de ir a un hospital. ¿En dónde quieres que te deje?

Chan baja la cabeza pensativo, no estaba seguro de qué hacer. No conocía a nadie en Busan y tampoco es como que haya tomado su billetera de la casa, o su teléfono, incluso si no tiene a quién llamar.

―No lo sé. ¿Con la policía? No tengo a nadie en Busan. Y necesito mi casa. Con el asunto de mi perro supongo que por fin le darán la orden de restricción que pedí hace dos años.

―¿¡Dos años!? ―Jisung casi frena el automóvil de golpe, pero no lo hace al instante en que nota que Chan no lleva cinturón―. ¿Lleva todo ese tiempo detrás de ti, molestando?

Chan deja el termo a un lado, y asiente, a sabiendas de que Jisung lo verá.

―Está loco.

Chae Yoonsik tenía prohibido acercarse a menos de dos kilómetros de Chan, y aunque eso estaba súper bien para el chico australiano, no le importaba demasiado, porque aun estaba a millas de distancia y sabía que no podía tocarle siquiera un pelo

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Chae Yoonsik tenía prohibido acercarse a menos de dos kilómetros de Chan, y aunque eso estaba súper bien para el chico australiano, no le importaba demasiado, porque aun estaba a millas de distancia y sabía que no podía tocarle siquiera un pelo.

Después de haber hecho la denuncia, apenas salir de la comisaría, Jisung rompió fuente y Chan se encargó de alertar a toda la familia del chico con el móvil que este le estaba dando. Hizo un vídeo corto y lo mandó al grupo familiar de chat. Pronto, siendo acompañado por ese extraño, Jisung tuvo a su bebé en plena calle.

Los paramédicos felicitaron a Chan creyendo que era el otro padre del bebé, también felicitaron su trabajo como excelente partero.

Apenas se conocían, pero un favor fue intercambiado por otro, y luego otro por otro.

El bebé se llamó Chris. En honor al chico bajo la nieve al que Jisung rescató.

¡Pero ahí no termina su historia! Tan sólo un mes después, Chan volvió a Busan a visitar a Jisung y al bebé, festejando el primer mes de Chris a lo grande.

Y ahí es cuando todo, pareció realmente comenzar para ellos.

Vie

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Vie., 2 de Agosto 2019

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