≽˖՞🚧 ۫ ۫։ຼ ۪۪۫۫ changbin presenció cómo
su 𝘥𝘰𝘯𝘨𝘴𝘢𝘦𝘯𝘨 besaba los labios
del líder, y cómo este tocaba todo
lo que sus manos llegaban a tomar
de jisung.
...
BINSUNG botarga. ────── changbin se muere de calor.
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Changbin se quitó la cabeza de la botarga y la dejó sobre las escaleras, apresurándose a tomar una botella de agua de su pequeña mochila dándose cuenta enseguida de que se le había acabado.
Cuarenta grados, sin agua, con una botarga del tamaño de Saturno y unas inmensas ganas de morir, Changbin tomó todas sus cosas y se dirigió a la tienda de comida más cercana. Sólo tuvo que caminar dos cuadras, pues no llevaba dinero encima y no podía comprar una botella nueva.
Se acercó al puesto de dango y buscó con la mirada al dueño, tras verlo sentado detrás de un pequeño cristal que los separaba por seguridad, Changbin sonrió.
―Buenos días ―saludó amablemente, aunque sus días no eran tan buenos últimamente―. ¿Tiene agua? ¿Podría llenar mi botella? ―La alzó.
El joven le miró sin ningún tipo de expresión en el rostro.
―No tengo ―dijo, volviendo la vista a su libro.
Changbin suspiró y sin despedirse, se dio media vuelta. ¿Cómo no iba a tener agua, aunque sea natural?
Siguió caminando hasta que encontró otro puesto de comida, pero se detuvo abruptamente cuando, sentado en una mesita, comiéndose un helado, se hallaba Han Jisung, el niño más lindo y mimado de la facultad. Changbin se dio media vuelta y se colocó rápidamente la cabeza de la botarga.
El amor de su vida no podía verle en ese ridículo disfraz de banana.
Con los ojos y los puños apretados, Changbin volvió a darse la vuelta y, para su sorpresa, Han Jisung le estaba mirando con ojitos curiosos. Esos bonitos ojos saltones, pintados con una suave sombra marrón.
Changbin suspiró pesadamente. ¿Le había visto? Changbin negó. Aunque le hubiera visto, seguramente no lo reconocía. No era el chico más popular de su clase, ni tampoco hacía el intento de destacar.
Volvió a tomar el camino previo, se dirigió a la tienda y llamó al dueño. Esta vez no se molestó en sonreír, pues no podían verle el rostro.
―Disculpe ―habló Changbin, tratando de no sonar tan alto para que Jisung no le escuchase.
El chico estaba a dos metros, claro que le oiría.
―¿Podría darme algo de agua? ―dijo, alzando su botella vacía―. Si no es mucha molestia.
El joven se acercó a él y tomó su botella asintiendo. Changbin suspiró aliviado.
―Lo siento, no me quedó ―El joven reapareció―. Si quieres, puedes esperar aquí, iré a comprar más.
