7 // Mucho trabajo que hacer.

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Jonathan se mantuvo impasible, con el gesto serio. Percibí su asombro cuando alzo las cejas y abrió ligeramente la boca. Yo retrocedí. Mi corazón latía muy rápido y sentía húmeda mi frente, mis manos, mis pies, todo. Entonces me eche a correr hacia la salida de la plaza comercial.

¿En qué estaba pensando al venir aquí? Debí de ir a la otra plaza para no volverlo a ver. Era obvio que me lo iba a encontrar tarde que temprano. Esto es demasiado para mí.

− ¡Elena! – oí su voz llamándome.

Corrí al estacionamiento a toda prisa sin volverme. Jonathan se estaba aproximando a mí en grandes zancadas. Yo simplemente quería desaparecer. Podía sentir el aire sobre mi cara, mis ojos se han llenado ya de agua y las lágrimas han comenzado a caer.

− ¡Elena, espera! – grita con más fuerza.

No me detengo. A lo lejos veo que en la parada de autobús está por llegar uno, así que corro con más prisa. No quiero verlo, no quiero confrontarlo, si quiera hablar con él. Me dejo sola y jamás pregunto por su hija. Espera... pero si yo no le he dicho nada. Pero quizá lo sepa, una vez, me encontré a Aurora y sabía muy bien que ella también se había vuelto su amiga. Suponía entonces que sabía perfectamente que ese día que estuvimos juntos, la primera y única vez; me había dejado embarazada.

− ¡Elena, por favor espera, hay que hablar! – grito Jonathan jadeando.

Entonces, en cuanto el autobús se detuvo yo subí y grité: ¡Arranque! El conductor confundido y alertado arranco, y solo pude sentir como la explosión de adrenalina en mi cabeza y pecho me invadía todo el cuerpo.

Jadeando me senté lentamente en uno de los asientos disponible y la gente a mi alrededor me miraba perpleja.

Cuando llegue a casa, no pude disimular mi tristeza. Tenía la mandíbula endurecida y mis ojos veían al vacío de nuevo, como a principios del post parto, yo solo quería tumbarme en mi cama a llorar.

− Llevas mucho tiempo callada – observó mi mamá −: ¿Te ha ido mal en tus entrevistas de trabajo?

Otra vez la tristeza cubrió mi rostro.

− No, me encuentro bien mamá.

− Te entristece dejar a Kelly, ¿verdad?

Yo suspiro y asiento con la cabeza. En parte sí, pero en parte es porque vi a su padre con otra chica, tomados de la mano, casi dándose un beso en mis narices.

− Hija, no has probado nada de la cena. ¿Segura que estas bien? – pregunta mi papá.

− Si, solamente que estoy muy cansada. Me iré a dormir, mañana tengo que ir a buscar una guardería para Kelly. Hasta mañana.

− ¡Hasta mañana, hija!

Y me fui a dormir, o eso pensaron mis papas. La noche se tornó sombría y llena de recuerdos que no podía sacar de mi cabeza.

Han pasado los días. He mirado mi Facebook e Instagram, hasta ahora, nada de él. En cuanto llegué, ese día de la plaza; abrí las aplicaciones de redes sociales y bloqueé a todos los conocidos y amigos de Jonathan, incluyendo a Aurora.

He abierto las cajas de cartón guardadas en el armario, mis cajones en las que guardo fotografías y "cartas de amor" de ex – novios, y ahora que recuerdo; tiré muchas. En especial, las relacionadas con él. He descubierto que no tengo nada suyo, ni una pizca. Yo misma me he sorprendido. ¿Cómo es posible que borrara hasta de mi móvil y del ordenador todas las fotos donde salía con Jonathan? Estaba ampliando hasta la exageración el concepto de despecho. ¿Por qué estaba con Deborah? Ella era mi amiga, y siempre me negó que le gustara Jonathan, jamás me lo imagine. Aunque, era de esperarse. Zorra. Temblé con ira.

Una mamá imperfecta amada por un Dios perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora