— ¡Es una tarde magnífica! — alardea Georgina con una sonrisa resplandeciente.
Yo me encuentro sacando la nueva mercancía que CEDIS mando a la tienda, y la volteo a ver con ojos desalentados. Alejandra me da un codazo cuando pasa a mi lado, y recuerdo que tengo que dar buena cara; ella sabe cómo me siento pero tengo que disimular.
— Está bien, ¿una sonrisa aunque sea? — pregunto Georgina sin dejar de sonreír, hasta hace que me duela la cabeza.
— Ah si — dije con ironía.
Georgina se limitó a fruncir el ceño, pero sigue hablando:
— Quería avisarles que he contratado a una nueva chica. Recursos Humanos me recomendó hacerlo unos meses antes de la temporada fuerte.
— ¿Y cuando llega? — preguntó otra de las chicas, llamada Laura, que se encontraba doblando las blusas básicas para una mesa en exhibición.
— Pues... hoy — se limitó a decir Georgina, dio media vuelta y se fue a su oficina.
Todas nos volteamos a ver, con cara indiscreta.
— Al menos tendremos un poco de ayuda para el cierre — comentó Alejandra y todas se rieron.
— ¿Ustedes vieron a todas las que entrevisto? ¿Quién cree que sea? ¿La cara de tonta? O la rara que sonreía todo el tiempo como la jefa — dijo a lo lejos otra trabajadora.
— No sé — intervine mientras seguía en lo mío —. Ojalá la rara, me dan ganas de vomitar de ver a la jefa sonreír todo el tiempo, hasta siento que le van a salir unicornios por ya saben dónde.
Todas se carcajearon.
— ¡Qué vulgar! — dijo Alejandra aunque con sarcasmo.
Ultimadamente, odiaba ver feliz a las demás personas. Puede que sea envidia, celo, lo que sea; pero me retorcía la idea de ver que las demás personas le encontraban sentido a su vida y yo no. Y a pesar de sus buenos deseos y consejos, Georgina ya no impartía confianza por su actitud "todo está bien", "la vida es color rosa".
— ¡Hola! — dijo una voz chillona atrás de mí.
Mi corazón dio un vuelco y cerré los ojos espantada.
— ¡Mujer, que susto! — Alejandra proclamó con risas nerviosas.
— Lo siento — dijo la chica delgada detrás de mí —. ¿Se encuentra Georgina Muñoz?
Todas nos volvimos con un aire de asombro; sabíamos que ella era nueva: la sonriente sin fin número dos. Vaya mierda.
— Si, está en su oficina, yo te llevo — se ofreció Alejandra mirándonos con los ojos como platos y alzando las cejas.
— Ay gracias, eres muy linda – comentó la chica nueva, su voz era irritablemente dulce.
<< ¿De dónde saco a esta tipa la jefa ?>>
Camino a paso lento detrás de Alejandra y nosotras nos quedamos con la duda, pero cotilleando de quien era y bromeando sobre su voz. Aunque en el fondo, su rostro se me hacía conocido. Espero no sea la que estoy pensando que vi en las fotos de Jonathan.
Esa tarde, a la hora de la merienda, para nuestra mala suerte, Georgina nos mandó a comer con la nueva. En el camino parecía un perico o una bocina sin botón de apagado. Hablaba mucho, y aunque contaba buenos chistes inocentes, no nos pasaba por convencer.
— ¿Y qué comerán? — preguntó la chica risueña mientras abría su lonchera rosa
— Pues... — Alejandra se volvió a mí —. Esta vez traje dinero, Elena no tengo idea.
ESTÁS LEYENDO
Una mamá imperfecta amada por un Dios perfecto
SpiritualSpin-off de la novela "Amar merece la pena". Elena, es una joven madre soltera, que sufre las altas y bajas de la maternidad. Con apenas diecinueve años , en medio de semejante responsabilidad, ella pierde el propósito de su vida y se marchita día...