Dejo que Él lo cambie todo a su voluntad, lo miro obrar, porque sé que no ha terminado lo que ya ha comenzado. Y como una mamá juguetona lanzo al aire a mi pequeña de dos años y medio, casi los tres. Ella ríe a grandes carcajadas y se echa a correr mientras voy tras ella. Estamos en una pradera moteada con flores amarillas en el camino, lejos de casa y cerca de los campos. Todo aquí es hierba y pequeñas partes de estanques de agua. La naturaleza nos rodea. Y aunque podemos estar relativamente cerca de la ciudad, hay algunas zonas no habitadas donde se puede respirar aire fresco y ver las estrellas en la noche. Mi hija me observa mientras sostengo el cubo para recoger jugosas frambuesas. Estoy en una etapa donde me siento en el cielo, porque el amor ha arrancado la cortina de la lucha y la tensión de la vida y mostrado la verdadera naturaleza de las cosas. Esto es lo que Dios está haciendo ahora conmigo y mi hija.
Después de lo sucedido con Damián, no volví a saber nada más de él. Corrí a contarle a Leah y ella apremio mi comportamiento. Me felicito y me dijo que ya era un paso muy grande el no haber caído de nuevo en las drogas; teniendo la tentación cerca. Aun así me recordó que el seguir a Jesús no me haría exenta a las situaciones dolorosas y difíciles de la vida, pero sabría que no estoy sola, que Dios tiene y tendrá siempre el control.
"El dolor es una condición del tiempo, pero la alegría es la condición de la eternidad". Lo leí en un folleto en una de las reuniones de grupo familiar de mujeres de la Iglesia.
Estoy sentada en la cama de mi habitación mientras Kelly corre eufórica por todo el lugar, creando mundos imaginarios y pidiéndome a cada instante que la observe como es que avienta una pelotita roja de aquí y allá. Yo me limito a sonreír y afirmarla en todo lo que hace. Hojeo mi Biblia buscando una cita bíblica que ha sugerido el libro que estoy leyendo: "La batalla de cada mujer joven". Leah me lo ha recomendado y lo he pedido en línea. Llevo dos días leyéndolo junto a mi devocional y oración diaria, es algo que está transformando mi vida.
Fueron días buenos. Estaba siempre ocupada. Este año mis padres sugirieron que me metiera a estudiar la licenciatura y consiguiera un trabajo de medio tiempo o de fines de semana. Sin embargo, mi madre me pedía que le ayudara en casa y también que atendiera las necesidades de mi hija. Era un arduo trabajo pesado, a veces quería llorar, y si lo hacía, me encerraba en el baño y oraba en voz baja. Kelly estaba afuera tocando la puerta gritando mamá o asomando los pequeños deditos debajo del borde la puerta. A mí me causaba mucha risa en medio del caos emocional, pero así era esto, así es la vida de una mamá; no hay descansos, no hay tiempos muertos.
— Elena, ¿podemos ir a tu casa a ensayar las canciones para la estatal? — pregunto Briana en el grupo de whats app por medio de un mensaje de voz.
— Sí, no hay problema. Mi mamá ya me lo había sugerido pero no había dicho nada — comente mientras mecía a Kelly en la maca colgada en la pared.
— Ok, nos vemos mañana a las seis de la tarde. ¡Chicas sean puntuales! — espeto Briana entusiasmada.
Al día siguiente, cuando todas estábamos reunidas en el patio de atrás de mi casa, cerca del jardín que Leah y yo habíamos estado cuidando y haciendo florecer por meses, empezamos el tiempo juntas orando y después poniendo el plan en las manos de Dios. Me sorprendía y admiraba su pasión y amor por Dios que Briana manifestaba; aprendía mucho de ella.
— Muy bien chicas. Como en el video, unas en un extremo y las otras en otro.
— Ok, pero déjanos tomar aire aunque sea un segundo — dijo Daniela agitada.
— ¡Dany pareces anciana! A ver, uno, dos...
Yuli, yo y Alicia soltamos la risotada por su comentario hacia Daniela y sus pies izquierdos que no la dejaban gobernar el asunto de los pasos y la música. Mi madre de vez en vez se acercaba para traernos más agua y bocadillos, Kelly estaba en su siesta de una hora y media, así que todo parecía estar tranquilo en ese momento para mí.
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Una mamá imperfecta amada por un Dios perfecto
SpiritualSpin-off de la novela "Amar merece la pena". Elena, es una joven madre soltera, que sufre las altas y bajas de la maternidad. Con apenas diecinueve años , en medio de semejante responsabilidad, ella pierde el propósito de su vida y se marchita día...