Al día siguiente, esa mañana, entre el melodioso y agudo silbido de los pájaros, los rayos de sol atravesando la ventana, y esos piecitos arriba de mi cadera acostada sobre la cama; mi mente empezó a rebobinar los últimos mensajes de texto que recibí la noche anterior. – mensajes que destrozan, confunden y te dejan con un dolor en el pecho. Pero esas palabras dichas y escritas no habían atravesado el corazón, sino que, en última estancia, atravesaron la consciencia y el instinto maternal desde lo más profundo. Las cosas no se iba a quedar así y posiblemente Jonathan no iba a permitir que nunca volvería a ver a su hija o sin siquiera conocerla. Cargándole más preocupación y peso mental al asunto; tenía que hablar con mi madre de la conversación de anoche y tomar una decisión-. No encendí el móvil porque aún no me sentía preparada para su respuesta. Me estire de pies a cabeza y solté aire para relajar los músculos, antes de comenzar mi día precipitado y caótico de mamá. Así que me deslice por la cama lentamente para salir de ahí y no despertar a la regordeta y pequeña rubia que yacía plácidamente dormida en la alcoba y caminé en silencio, pero a prisa, para salir de la habitación.
Oí ruidos que provenían de la cocina, el agua de la llave caer raudo sobre el lavatrastos, el sonido de los huevos quebrarse, los toques de entre los trastes al guardarlos, la música de piano de fondo de mi madre, pero sobre todo y lo más importante, el olor a café.
El aroma del café era exquisito, más que cualquier otro día, un sabor único. Cuando baje y llegue al comedor, mi madre se apresuró a servirme una taza bien caliente, ella también se dispuso a servirse para sentarnos en la mesa a platicar. Ambas olfateamos la taza que teníamos en frente al mismo tiempo, como coordinadas por la orquesta ancestral que provenía del humo que emanaba de aquella pócima encantadora y poética.
— ¿Todo bien? — preguntó mi madre sonriendo, después de darle el primer sorbo.
— Si — mentí y después de sorber, cerré los ojos en respuesta al placer del aroma y el sabor.
— Bueno, te comento... — añadió mi madre entre sorbetes y suspiros —, te dejaré dinero para que compres el mandado. Sabes que ruta tomar para llegar al mercado de la colonia, si te llevas a la niña, por favor, estate atenta y llévatela en la carriola.
— Si mama – respondí poniendo los ojos en blanco.
— No te distraigas. Compra todo lo necesario para hacer un caldo de res, la verdura, ah, ¡y no te olvides de las tortillas!
— ¡Sí mama!
— Y cuando regrese quiero la cocina limpia y recogida. Ayúdame a lavar los baños y que este barrido, debes de ser cuidadosa con la limpieza si es que la niña estará gateando por toda la casa Elena.
— Si mama — conteste mientras trataba de relajarme.
— Así que creo que eso es todo. Cierra bien la casa antes de irte y cerciórate de apagar todo. No quiero accidentes Elena, estas a cargo mientras no estemos, pero estas a prueba, tienes que aprender a moverte sola con tu hija; nosotros no somos eternos.
— ¿Ya terminaste? — pregunté casi riendo.
— Si, hija, ya acabe.
— Vamos a estar bien mama. Tampoco es que sea una desobligada e inepta como para no poder cuidar de mí y de mi hija. — espeté en tono de burla.
— Eso espero. Ya sabes, estarás a prueba. Esto es temporal, ya pronto me jubilo y estaré aquí para que tú puedas ir a estudiar.
— Si mamá. Vete tranquila te amo.
Entonces en cuanto se cerró la puerta de la casa, quedamos solas Kelly y yo. Yo ya había almorzado, faltaba darle de comer a Kelly y comenzar el día. Correr al mercado, regresar, cocinar, limpiar, y si se podía, sentarme a jugar un rato con mi pequeña. También leer la Biblia estaba dentro de los planes, pero eso era algo que necesitaba encontrarle tiempo porque no era opcional, necesitaba llenar mi tanque espiritual si no quería terminar quebrada y agotada. Ser mamá no es fácil.
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Una mamá imperfecta amada por un Dios perfecto
SpiritualSpin-off de la novela "Amar merece la pena". Elena, es una joven madre soltera, que sufre las altas y bajas de la maternidad. Con apenas diecinueve años , en medio de semejante responsabilidad, ella pierde el propósito de su vida y se marchita día...