21 // Una decisión.

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Leah había propuesto que fuera a la primera reunión del mes de Abril de jóvenes, para familiarizarme, ver como estaba el movimiento servicial de la iglesia, y poder conocer a los demás chicos de la congregación. Aunque me sentía fuera de onda con todo eso, dado que era la única madre soltera del grupo juvenil, decidí ir y quitar las ideas raras de mi cabeza. La cuestión es que estaba lista para empezar una nueva vida, con gente y ambientes nuevos.

— Vamos a orar conforme a la escritura chicos, esto será algo breve — sugirió el líder Mario.

Mis manos sudaban, la respiración se encontraba agitada y mi boca la sentía muy seca. Me sentía como un pez fuera del agua. Escarbe por horas el armario porque no encontraba nada apropiado para venir a la reunión. Casi toda mi ropa se limitaba a crop tops, shorts y faldas. Necesitaba renovar mi armario eso estaba más que claro. Sin embargo, me puse unos jeans pegados, una blusa entallada de hombro descubierto de rayas y unos tenis blancos. Quizá no me veía provocativa pero tampoco una vieja señora. Aunque lo era, no me sentía cómoda aún con ese adjetivo.

De momento, cuando llegué a la iglesia; noté que todos los jóvenes estaban sentados en sillas haciendo un círculo alrededor del líder que yacía en medio dando las indicaciones de lo que acontecería a continuación. Al principio, al desplazarme por el jardín donde todos estaban, nadie me miro, todos están absortos en la conversación de Mario. De pronto, reconozco y siento la mirada del chico del grupo familiar, Juan, y como en automático; todos voltean. Trato de disimular mis nervios, subo mi rostro, miro con seguridad y les paso por un lado para sentarme en el único lugar vacío al lado de una chica pelirroja. Tan pronto me siento, todos vuelven a lo suyo.

Por unos cinco minutos oramos, juntando las manos unos con los otros, y la chica pelirroja me sonríe de manera agradable y a mi otro lado hay una chica morena llamada Daniela de aspecto muy cohibido. Después del tiempo, Mario da una enseñanza de porqué y como poner nuestra fe en Cristo. Lee algunas citas bíblicas que me dejan pensando y con la curiosidad de leer más del capítulo mostrado pero, pronto lo dejo de lado porque ahora pasamos a las actividades recreativas entre los que están ahí. Esta noche al llegar a casa le daré un repaso a mis notas para volver a leer esa cita bíblica.

Todos se levantan de sus asientos, algunos van a la pequeña cancha de futbol, otros a charlar con la música cristiana de fondo, y otros a jugar dominó en las mesas que están afuera de la cafetería. Yo me quedó parada viéndolos jugar, convivir y reír.

— ¡Hola! Intégrate, no les tengas miedo, aparte tú eres la adulta — bromeó Mario con su risa habitual.

— Ah sí claro, tengo muchas cosas que enseñarles — bufé riendo y cruzándome de brazos.

En ese momento se acercó con una gran sonrisa y entusiasmo la chica pelirroja.

— ¡Hola! — dijo — ¿Cómo te llamas?

— Elena — contesté cordial.

— Yo Alicia. Nunca te había visto, supongo que eres nueva.

— Sí, pero ya antes había pasado por aquí solo que nunca había entrado — respondí sonriendo.

— O sea que vives aquí cerca — comento Alicia posándose al lado mío.

— Sí. ¿Y tú dónde vives?

— En la Colonia que está detrás. No muy lejos de aquí.

Las dos nos quedamos ahí viendo el panorama de jóvenes. Marco pasa a nuestro lado diciendo algo gracioso que todos soltaron la risotada de su vida; era el más simpático de todos. La única chica solitaria y sin amigos, Daniela, está sentada al fondo leyendo un libro.

Una mamá imperfecta amada por un Dios perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora