Extra 2: El bebé

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Abigail

Me mecía en la silla mecedora mientras acariciaba mi abultada barriga y mantenía los ojos cerrados mientras la música resonaba por la habitación.

Tenía los pies algo hinchados y estaba demasiado cansada ya casi no quedaba nada para tener mi bebé en brazos y estaba tan emocionada como asustada.

- ¿Cómo está mi sexy mamá?- preguntó Blake entrando al cuarto del bebé.

Sonreí apenas y suspiré mientras dejaba en una mesita la pequeña taza de té con miel que estaba tomando.

- Hola sexy papá, estoy algo cansada y me duelen los pies, lo mismo de hace diez minutos- recalque sonriendo un poco.

Hizo una mueca y arrastró el puf peludito color blanco, tomó mis pies y repartiendo besos comenzó a masajearlos, él iba y volvía de su despacho cada diez minutos para observar como estaba, era un detalle que me encantaba.

Gemi ante sus placenteras manos aliviando mi malestar.

- Si sigues gimiendo tendrás que ayudarme con la erección que tendré.

Lo miré mal y empujé su pecho con mi pie.

- No manches la pureza de la habitación de mi hijo, Blake Schmidt.

Se río y se paró besandome en los labios, había extrañado esa calidez y eso que se había ido por unos minutos solamente.

Al separarnos él bajó a mi barriga y repartió besos logrando que mi bebé pateara con dureza, a él le encantaba escucharlo, Blake solía hablarle mucho y además cantarle cuando se ponía inquieto y así lograba que se calmara y no me diera patadas que me hacían doler.

- Hola leoncito de papá- sonreí al escucharlo y miré la pared pintada en el cuarto de nuestro hijo.

Todo en la habitación era color crema y dorado, no había querido ponerle algún color en especial, él decidiría lo que quisiera en cuanto creciera pero lo que sí hizo Blake fue hacer un mural con motivo del rey León, él decía que era una pequeña referencia, mi pequeño sería su heredero y el próximo rey de su imperio y vaya que no lo dudaba.

- Le encanta sentirte- le digo.

Me mira y sonríe con los ojos iluminados.

- Lo sé, ya quiero que nazca nuestro leoncito.

- Será el niño más lindo que habré visto.

Aún recuerdo el día en que nos enteramos que sería una varoncito, Blake lloró y no podía con la emoción, ese día fue el mejor de mi vida.

- Es un niño, mi amor....- le dije sonriendo.

El me miró con los ojos cristalizados y sus labios besaban mi vientre.

- Un niño, Lucecita- sollozó- Voy a darlo todo de mí para ser un buen papá, te lo prometo, seré todo lo que nunca pude tener.

Lágrimas brotaron de mis ojos sin poderlo evitar, sus palabras tenían un trasfondo duro que conocía a la perfección y lo único que pude hacer es abrazarlo con fuerza.

- Ya eres el mejor y ni ha nacido, osito- besé su cabello.

Él se relajó y continuó brindando caricias con suavidad.

Luz de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora