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A vísperas del tan aclamado y esperado mes de día de brujas, en donde el olor a peligro y temor podía olerse con facilidad debido a la naturaleza de esta época.
Un conflicto entre 2 pandillas del oeste de la ciudad más habitada en todo el planeta, había escalado a una categoría totalmente distinta.
Una jodida batalla campal se había desatado.
Entre ellos el chico de tan solo 16 años, lideraba a 200 hombres en contra de los 150 qué tenía en su objetivo.
Raiden Takahashi era ese chico.
Tenía el cabello azulado de color eléctrico con las puntas de estas de color negro mate, sus ojos eran azules de ese mismo tono de su cabello.
Con la altura de 1.78, con una complexión fuerte qué no era para nada una maldita casualidad ni sólo por aparentar.
En lo poco qué había iniciado esa pelea, este tipo fue capaz derribar por sí solo a 50 de ellos en tan solo unos minutos.
Su velocidad era abismal, parecía un rayo y golpeaba como si uno mismo te impactará a quema ropa con total violencia.
Siguiendo sus pasos al pie de la letra, intentando con gran esfuerzo sorprender de él. Con 1.84 y tan sólo 13 años. Yuu Kobayashi.
Aquél adolescente apenas entrando en la pubertad, era simplemente imparable. No había persona qué resistiera un simple golpe de el en ésta noche sangrienta.
Yuu tenía el cabello rojo oscuro al igual que sus ojos, una complexión enorme y fuerte para tan solo tener 13 años en ese momento.
Simplemente parecía una broma de mal gusto para sus rivales, pero real a fin de cuentas.
MIENTRAS TANTO AL OTRO LADO DE LA CIUDAD . .
- Me estoy aburriendo..-Exclamó la rubia volteando su mirada hacía la ventana.
El aburrimiento de una joven Akira de tan solo 17 años irritaba un poco al Koutaro de 20 en ese entonces.
- Aún así no debemos bajar la guardia - Afirmó el joven de cabello oscuro.
Era cierto, la relación de ellos al inicio no había sido para nada buena. Originalmente habia sido idea del propio padre de Akira el tener qué ponerle como superior al recién ascendido Koutaro Seishu, luego de su retiro a causa de una discapacidad por lesión grave.
Para el propio señor Mado (Padre de Akira) no había mejor persona con la qué su hija pudiese desempeñar un mejor papel, qué con su querido pupilo.
