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El sonido de los golpes no disminuyeron, al contrario, esto parecía escalar más y más conforme pasaba cada momento.
Si estuvieras parado en medio de todo esto, seguramente serias testigo de lo que hablo.
Resultaba impactante el hecho de ver tanta gente golpearse en un solo lugar. Pues más ni menos, los números eran equiparables.
150 De Last Demon contra 150 De The Bloods.
Una pelea en igualdad de hombres, algo muy común.
Sólo qué algo en eso resultaba un poco extraño. ¿No es estúpido ponerte a la par, si tienes al doble de hombres?. Era la incógnita qué Senju tuvo de primer momento hace un rato.
Era extraño, podía decirse qué era una idiotes de parte de su Líder. Pero Raiden podía ser de todo, menos idiota.
En el campo de batalla el sonido particular de cada golpe se hacía estallar con más fuerza y frecuencia.
Cada bando salía a defender con su vida el nombre qué tenían tatuado en las mangas de su uniforme.
Esto no era una simple riña, esto se trataba en verdad de una pelea de egos y honor, en donde cada uno debe aportar algo.
Ningún involucrado se dejaría vencer, y si era vencido, pues se llevaría a los más que pudiese con el.
Esa era una ley, y las leyes son absolutas.
En algún lugar de ese frio y sangriento lugar desenfrenado en violencia, habían dos personas qué no tenían dificultad alguna en lo que hacían.
Era sencillo saber la razón, con tan solo verles la mirada, se daban cuenta qué ellos eran los líderes de su respectiva division.
Reiko Fuji, la hermosa chica rubia de ojos azules, se encontraba esquivando todos los golpes de una pequeña docena.
Mientras, Kaori Satou se mantenia matando su aburrimiento a punta de golpear a los demás.
— Y bien.. ¿Qué es lo qué te ocurre? Estas muy callada ¿no? — Comentó el chico de cabellos marrón claro.
Reiko al parecer no prestaba mucha atención a su entorno, eso lo hacía un poco lenta, y aun así no podía ser alcanzada.
