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El sol se ponía como todos los días, deslumbrando por completo desde lejos, un día común al parecer.
No podía estar más equivocado.
Era la mañana del 31 de octubre, la fecha en la qué el día de brujas estaba en todo su esplendor. No importaba qué la festividad fuera extranjera, la pasión y la emoción combinada hacían qué la vibra de este día fuera distinta.
Abriendo sus ojos, sus verdes ojos miraron la ventana qué dejaba pasar aquél rayo esperanzador.
Una mañana "común", común para los demás pero no para el.
Tomando su celular vería la hora tatuada en su reloj digital; 6:45 Am.
Sin más volvió a cerrar los ojos descansando, las clases ese día empezarían hasta las 8:30, podría dormir un poco más, podría incluso no ir.
Pero sintió su puerta abrirse mientras el seguía con los ojos cerrados qué ahora estaban entre cerrados.
Una silueta se formó en la esquina de su cama, dicha silueta se movía cuidadosamente hasta qué de pronto tomó asiento al lado suyo.
— Ya es tarde — Pronunció una voz inconfundible.
Andrew más muerto que vivo, respondería con un sueño terrible; — Poka.. Recuerda que entramos hasta las 8:30..—
Al escuchar eso su rostro pasó de confusión a la verguenza.
— Ohh lo siento, no me acordaba del carnaval de hoy — Exclamó temiendo haberlo molestado con su intromisión.
Andrew con los ojos entrecerrados solamente diría; — Tranquila, sólo descansa un poco más — Comentó empaticamente.
Asintiendo la pobre chica estaba apunto de dar paso atrás, hasta qué sorpresivamente la mano de Andrew la tomó ligeramente de la camisa.
— ¿Necesitas algo? — Preguntó Poka amablemente.
Entre el sueño por la desvelada que sé pegó jugando al Dying Light 2, simplemente le sonrió.
— ¿Me rascas la espalda? —
Cómicamente fue su petición, Poka aguantó una pequeña risa para después tomarlo dulcemente con ambas manos.
— ¿Me darías algo de espacio? — Preguntó con mucha formalidad.
Andrew con los labios pegados solamente se dió la vuelta haciéndose a un lado.
Poka tomó asiento al pie de la almohada, con un poco de nervios ella tocó su espalda con mucha delicadeza.
Entre la tela de la ropa podía sentir los músculos de su acompañante, "¿Desde cuando se volvió tan grande?" preguntaba en su mente al notarlo con sorpresa.
