Capítulo 62

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LILITH

—¡Tía Lilith! —me saluda Sarah, feliz y entusiasta. Corre hacia mis piernas y se engancha a ellas como un bebé orangután.

—Hola, chaparrita. —Me inclino y la abrazo, estabilizando un poco mis nervios. Ya me hacía falta uno de estos.

Aunque no quiero terminar el abrazo, sé que es necesario. La manera en cómo me está viendo mi querida Tía Isabel, me lo da a entender todo sobre su disgusto y desplantes hacia mi persona. Es oficial: si antes era repudiada sin motivos, ahora era odiada por razones suficientes y hasta de sobra. Lo admito, no me enorgullece mi comportamiento, pero era necesario actuar de esa manera pese a lo mal que me sentí cuando reflexioné.

—Tía, estar aquí es muy aburrido. No me gusta —se queja mi sobrina, haciendo pucheros.

—Lo mismo digo, princesa —miento; este lugar se ha convertido en todo menos en un sitio aburrido, el misterio de Leo, Levi, Mario y, ahora el de Ana (la nueva adquisición), ha capturado mi interés y, por lo tanto, me he propuesto a conocer el final de este laberinto—. Ya somos dos.

—¿Tía...?

—¿Sí?

—El tío Fernando dijo que estás loca.

Suspiro. —Sí. Quizá lo esté.

—Y que eres mentirosa.

—¿Ah, sí? ¿Por qué?

—Porque dijiste que Pilar lo dejó porque besó a otra —me explica con su carita tierna.

—Ay, qué barbaridad... De plano, el tío Fernando no aprende.

—¿Él mintió?

—Te voy a contar un secreto, Sarita. La gente sólo dice lo que le conviene, cuando le conviene que escuches lo que quieres oír.

—Pero..., ¿por qué?

—Para que hagas exactamente lo que ellos pretenden que hagas. ¿Entiendes? Por eso no debes confiar en nadie.

—Pero..., ¿ni en ti?

—Supongo que no, princesa. —Acaricio su cabeza—. ¿Recuerdas? Estoy loca —le sonrío, bromeando con ella.

Mi sobrina se ríe, tierna. La dejo pensando, y me aproximo a mi madre y a... Abel. ¿A papá? Ya no sé cómo llamarlo. Sé que es mi padre porque es el hombre que ha estado conmigo desde siempre, en mis mejores y peores momentos, más en los horribles que en los bellos momentos. Aun así no puedo olvidar el hecho de que me mintió por veintiún años, y omitió la importante información de que mi padre biológico sigue con vida, internado en un manicomio, pero con vida.

Está internado aún, ¿verdad? Sigo teniendo esos vagos recuerdos de ese hombre trajeado en mi escuela, aún no estoy segura si son reales o sólo alucinaciones de lo que me hubiera gustado que pasara; ya saben, ¿a quién no le gusta que la protejan? Probablemente mi mente me sigue jugando una mala pasada.

—Hola —los saludo.

—Mi amor, ¿te sientes mejor? —me pregunta mamá.

—No —digo la verdad—. Estoy jodida. Pero no te preocupes, no es como las otras veces, esta vez no pienso lastimarme.

—Lilith...

—Estaré bien. Digamos que tengo mejores cosas en las que concentrar mi mente que en la automutilación.

—Me alegra oír eso —interviene papá; pero yo no lo miro, no puedo—. Pero, ¿a qué otras cosas te refieres, corazón?

—Aún no sé cómo llamar a lo que me está pasando, pero sé que es algo serio. No sé cómo explicarlo, sólo lo siento en mis huesos, sé que algo malo va a pasar, pero aún no sé qué.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora