LILITH
En algún lugar...
12:22 horasTodo fue mentira. Él, Leviatán, todos los que me rodean me mienten. Todos construyeron un castillo de naipes y me colocaron en la cima —a propósito— para derribarme con la misma facilidad que un soplido le brinda a una hoja.
Apenas si puedo sostenerme, respirar, dejar de llorar, cuando termino de entender que Leonardo y Leviatán, de alguna manera, están familiarizados con mi padre biológico.
«Adán quiere matarte».
Esa fue la señal que necesitaba para terminar de hacerme entrar en razón. Ahora comprendía que, pese a mis esfuerzos por intentar pertenecer a ellos, la mierda de mi vida siempre atropellará mis progresos.
—No... No es cierto. —Tiemblo de pies a cabeza, mirándolos a través del cúmulo de lágrimas en mis ojos.
Veo lo que son, y no me gusta. ¿Cómo pude ser tan ciega? La yo mala que vive en mí siempre supo que ellos ocultaban algo; ¡y tenía razón! No debí dejarme llevar.
—Nenita —Leonardo intenta acercarse a mí, pero yo se lo prohibo, retrocediendo.
Mi espalda choca contra la puerta principal, la misma que no conseguiré abrir por más que lo intente porque... ellos me tienen encerrada.
«¡Es un secuestro!». Sin importar lo lindo que traten de adornarlo diciendo que ésta es mi casa, sigue siendo un secuestro. Lo hicieron a mis espaldas, sin mi consentimiento.
—¿Qué demonios es todo esto? ¿Por qué estoy aquí realmente? ¿De qué conocen a Adán?
Son tantas preguntas las que expulsa mi boca a borbotones, mientras los miro e intento contener el llanto que amenaza con quemar mis córneas.
—¡Respondanme, carajo! —Estallo.
—Te lo explicaremos todo, ¿sí? Pero, por favor, siéntate.
—Aquí estoy bien. Díganme lo que tengan que decirme y después me largo.
—No podemos permitir que hagas eso, chula.
—Voy a gritar si me pones las manos encima, Leviatán —lo amenazo cuando veo su intención de acercarse a mí.
No puedo contener las solitarias lágrimas que derraman mis ojos. No puedo seguir aparentando fortaleza cuando siento la asfixia hasta el cuello. Estoy frente a frente con los hombres que son los culpables de mis pesadillas y tormentos, de los que siempre dudé que escondían sus verdaderas intenciones conmigo, a los que los puse como principales sospechosos del accidente de Juan...
Entonces, mis ideas esclarecen, el código azul en terapia intensiva, las fotos en mi celular, mi diario, Mario, las pruebas, esos recuerdos... ¡Todo, carajo! Todo está pudiendo conmigo. Me llevo las manos a la cabeza y me pongo en posición fetal en el suelo, sollozando como una bruta a la que timaron vilmente desde pequeña. Me hicieron creer que estaba paranoica, enferma mentalmente, casi esquizofrénica durante la mayor parte de mi niñez y adolescencia, ¡cuando nunca fue así! Me llenaron de pastillas la cabeza, pudrieron mis posibilidades de querer acercarme a la gente, y me inyectaron el veneno más letal que pudiera existir: el miedo a la sociedad.
Leonardo se acerca con cautela hacia mi cuerpo trémulo. Casi estoy convulsionando en el suelo por el aguacero que están desatando mis ojos. Se arrodilla frente a mí, y su palma protectora masajea con cariño mi espalda encorvada. Lloro con fuerza mientras su consuelo me permite cinco minutos de paz conmigo misma y mis súplicas quedas.
—No, basta... —Le pido lo imposible a la vida, porque sé que si antes no me permitía un respiro, no tendría por qué dármelo ahora.
Entonces, de una zancada, Leviatán se acerca y se arrodilla junto a su hermano. Él no se cohíbe y toma la iniciativa acunando mi rostro, usando sus manos. Sus dedos están fríos. Me observa con una expresión inescrutable en el rostro, y a mí se me caen las pestañas con cada gotarrón que cae de mis ojos.
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¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]
Fiksi RemajaLa joven adulta, abogada y devota religiosa Lilith de veintiún años, despierta su sexualidad descubriendo emociones ocultas y avivando la llama de la inocencia que los hermanastros Bianchi Soto despiertan en ella, haciéndole una tentadora oferta que...