La joven adulta, abogada y devota religiosa Lilith de veintiún años, despierta su sexualidad descubriendo emociones ocultas y avivando la llama de la inocencia que los hermanastros Bianchi Soto despiertan en ella, haciéndole una tentadora oferta que...
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✮ Editado ✮
LILITH
Soy Lilith.
Me observo en el espejo de mi tocador.
No demasiado porque no debo pecar de vanidad (como muchas chicas a mi edad). Mamá siempre dice que esa clase de féminas tropiezan a los dieciséis años embarazandose de sus novios, cayendo en una espiral de drogas y alcohol, con hijos que no saben educar mientras cargan el arrepentimiento en el corazón.
«No planeo ir al infierno.
»Obedezco a mi madre.
»Sé que sus consejos aseguran mi bienestar.
»Debo ser una buena hija.»
Soy Lilith.
Mi madre es mi ángel de la guardia: No me permite tener novio porque teme que peque de lujuria. Vigila mis pasos y cuida mi entorno. Me recuerda amar nuestra sacra biblia. Sabe lo que merezco y me impulsa a conseguir mis objetivos.
Soy Lilith.
Arreglada y perfumada, vestida con una falda plisada por debajo de las rodillas, y una blusa escolar blanca, levanto mi cabello en una coleta de caballo.
Tenemos un pelo muy hermoso, Lilith.
Suspiro.
Es verdad.
Mi cabello siempre ha sido demasiado largo e indeciso; pues, su tono híbrido atrae miradas y cuchicheos. Algunas mañanas amanece bañado por el sol, y otras veces confunde su tonalidad con el tronco de un árbol.
Mira lo preciosa que eres, Lilith.
¿Alguna vez has visto a una mujer más hermosa que tú?
Cierro los ojos, imaginando su boca carmesí cubierta de cinta adhesiva, silenciando su voz. Tiene que permanecer oculta, porque si no... volverían a llevarme lejos de mis padres.
«No estoy loca.
No estoy loca.»
Pero no eres normal.
—Silencio. Shh. Por favor —le susurro a la oscuridad que ven mis párpados cerrados—. Cállate, por favor. Basta.
Agarrándome la cabeza, las uñas se me entierran en el cráneo.
«¿Quieres volver con el Doctor?», le pregunto.
Consigo callar su voz... De momento.
Amenazarla siempre ha dado resultado.
Me apresuro a empacar el último libro de Jane Austen en mi mochila. Realizo una inspección visual por mi habitación y compruebo que no me falta nada. Tengo todo lo que necesito para viajar en auto con mis padres.
Iremos a visitar a nuestros parientes hospedados en la villa de mi tía Isabel, técnicamente de vacaciones para convivir con el resto de la familia materna. La descendencia de las hermanas de mi madre, son la única estirpe que conozco de nuestro árbol biológico, pues, mi padre, al ser huérfano, no tiene conocimiento de sus antepasados, y, (hasta donde yo sé), no le importa conocer a su progenitor.
Llaman a la puerta de mi habitación.
—Adelante.
—Corazón. —Es mi padre—. ¿Ya estás lista?
—Sí.
—Bien. —Sonríe—. No olvides ir al baño.
—Sí —le devuelvo la sonrisa.
—Tampoco olvides tu frasco.
—Sí, padre.
—¿Tienes suficiente medicina para estar fuera tantos días?
—Estoy bien —le aseguro.
Mentirosa. Mentirosa.
—De acuerdo —dice, confiando en mí.
Me deja sola.
Entiendo su angustia. Lo que vive dentro de mí es un defecto al que todos a mi alrededor le tienen miedo, incluyendo a mis hermanos mayores. Lo entiendo, y los perdono. A veces, lo mejor que puede hacer una persona es alejarse para no salir herida, y no me refiero a emocionalmente.
☦ ☦ ☦
Nota de la autora:
Creo que ya se habrán dado cuenta que Lilith no está del todo bien... Pero no la juzguemos. Acuérdense que las personas no nacen locas, la sociedad las vuelve locas.
Además, el alter ego de Lilith tiene su protagonismo. Sus diálogos aparecerán en letras cursivas. Recuerden que un alter ego es el segundo yo, alguien que consideramos antiheroico o antinatural de las normas establecidas por la sociedad, y como Lilith es religiosa, pues... Ya se imaginarán cómo vendrá apareciendo su doble personalidad.