Capítulo 53

319 33 0
                                    

LILITH

"La definición de la vida es problemas".
Charles Bukowski.

Hasta siento que se me salió el chamuco.

—¡YA CÁLLENSE, MALDITA SEA! —grito, chillo, fuera de mí, hasta desgarrar mi garganta, consiguiendo la atención de todos los presentes de esta descarada familia.

Ojos oscuros, caras resentidas y miradas glaciales: acribillan mi inestable entendimiento hacia esta horrorosa situación, mientras lágrimas de rabia y coraje caen de mis acaloradas mejillas por tremendo rugido espetado.

Sandra es la única que se atreve a insultarme en pleno caos —Vaya, hasta que al fin te quitas la máscara de niña perfecta, prima —su contestación irónica me enerva más que encabronarme, pero no dejo que ella lo note.

—Yo nunca he dicho que sea perfecta, Sandra —digo, en lugar de pensarlo, mirándola directo a los ojos—. Si tú te crees tan poca cosa, no es problema mío —refuto con autoridad y claridad.

Eso la vuelve un poco loca, a ella y a tía Ilda. Y de paso a Constanza, que amaga con abalanzarse con todo y uñas postizas a jalarme de las greñas.

De no ser porque Ramón la está sujetando de los hombros, ya hubiera venido hacia mí.

—¡Maldita! ¡Maldita! ¡Maldita perra! —me gritan como un par de locas ella y Sandra.

Tío Jorge se mete en pleno griterío de las hurracas, y consigue calmar a sus hijastras con un par de palabras. Se lo agradezco.

Sandra me lanza una mirada de odio, —Eres una zorrita, Lilith.

Me rio sin intención de soñar agradable, —Ay, prima, no me cabe duda de que la cocaína te vuelve paranoica.

Eso la hace sudar.

—¿Qué? —dicen al unísono sus padres. Aunque al final es tía Ilda quien le termina por preguntar—: ¿De qué está hablando Lilith, tesoro?

La cara de Sandra es un poema, —De nada, mamá. Ya sabes que Lilith está loca, todo lo que dicen son mentiras.

Ante las palabras ácidas de mi prima, sus hermanos y primos no se quedan atrás:

—Sí, re... loca —dice Constanza.

—Y medio tonta —añade Carlos.

Mi expresión se endurece cuando escucho precisamente a Carlos decir aquello. ¡Qué hijo de puta es! ¿Me insulta con banales groserías, después de que fui yo quien le ayudó en trigonometría y geometría?

Maldito malagradecido, —¿Ah, sí? Pues, si soy tan tonta o estúpida como dices tú, Carlangas, entonces no creo que te importe que aquí enfrente de tu madre revele ciertos secretillos, ¿no? Digo, como soy tan bruta, no puedo detener más tiempo esta información que oprime a mi cerebro.

Mi primo, quien no se esperaba que contestara con tanta chulería, se queda mudo.

Y yo, prosigo: —Dime, Carlos, ¿le vas a decir a tu mamá lo que me pidieron tú y tus amigos, cuando estabas en exámenes finales de preparatoria, o te ahorro el fusilamiento directo y se lo digo yo?

Sus padres arrugan el entrecejo, pero esta vez es tío Jorge quien se adelanta y pregunta:

—¿De qué examen habla Lilith, Carlos? ¿Qué dice ella?

La respiración de mi primo se vuelve irregular ante el pequeño interrogatorio, —Lilith, por favor, prima —me pide, pero yo hago caso omiso a su súplica.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora