Capítulo 34

514 34 0
                                    

LILITH

Manos en penitencia. Mantas y edredón blanco cubriendo piernas y cintura, para mantener mi cuerpo calientito durante la fría noche de estas tierras. Y, una taza de té a medio terminar, cerca de mi biblia.

Si mi madre no estuviera en la misma habitación que yo, en lugar de una taza de té en la mesita de noche, me acompañaría uno de mis viejos amigos de la infancia, mi antiguo encendedor, ocupando el lugar de esa falsa fachada cerca de mi cama.

El mismo encendedor, que alguna vez usé para castigarme, para sanarme de todos mis pecados, para mitigar el dolor de cabeza, espalda, hombros, estómago y piernas, al ponerlo contra mi vientre y dejar que la ferviente llama hiciese su tarea.

El mismo encendedor de plata, que hace años robé de una estación de gasolinería a mis cinco años, sólo porque me gustó el color. A esa edad, aún era inocente, jamás pensé que en algún punto de mi vida lo usaría para hacerle daño a mi piel, sólo le preste atención a la sensación que recorrió mi cuerpo cuando lo tomé, no a las consecuencias que eso me traería. Me sentí poderosa. Sentí que podía con todo. Porque esa adrenalina, el éxtasis que invadió mi cuerpo, ninguna otra sensación ha podido suplantar a la original.

Además..., ¡era perfecto!

Jodidamente perfecto.

"Nadie sospecha nunca de un niño", pensó esa vocecita dentro de mi cabeza.

"Nadie podría arrestar o ejecutar a un niño. Aprovéchate de eso, de su estúpida cobardía", volvió a arremeter la yo mala que vive dentro de mí.

Fue ella quien cometió todos esos actos ilícitos mientras yo crecía. Jamás tuve el control total de mis ideas, LiLith me hizo creer que sí para manipularme, para dejarme en claro que ella era la jefa. Ella es la sarcástica y cruda, la que no acepta un No por respuesta. Ella (la voz en mi cabeza), es la que desconfía de hasta su propia sombra, a pesar de que ésta sea como su hermana y de que forme parte natural de nosotras. Pero así piensa la segunda voz en mi cerebro, la que me completa y también me odia.

No puedo vivir con ella, y ella no puede vivir sin mí.

Somos dos mezclas de diferentes moldes que no pueden coexistir si una de nosotras intenta pelear contra la otra.

A veces, paso días enteros sin escucharla, de verla en mis sueños, de sentirla tomar el control. Todo es un jardín de rosas, en perfecta calma y estabilidad, como debe ser. Esos días son sagrados para una persona como yo: medio loca.

Y, de repente, un día... se manifiesta. Pasa algo que me despierta del sueño perfecto.

Esos episodios me recuerdan la insensibilidad que poseo, muy en el fondo de mi alma, tanto ella como yo sabemos cuál será mi destino. Esto es lo que soy verdaderamente.

—Cariño, ¿puedes poner la mesa, por favor? En un momento comemos —dijo mamá.

Y yo, sonriente hice lo que me pidió.

—Claro, mami.

Aunque..., por dentro, y sin que yo pudiese controlarlo como acostumbra a veces mi débil cerebro, LiLith me habló desde la boca de mi estómago, y pensó por mí... otra vez.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora