Capítulo 37

449 32 1
                                    

LILITH

"Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros."
Sartre.

No sé por dónde comenzar. Creo que nadie está seguro de cuándo comienza su historia, no hasta que empezamos a sobrellevarla con lo que sea que tengamos en nuestro poder. Para mí lo fue ese maldito encendedor. No vivimos, pero sí aprendemos a resignarnos con lo que nos tocó al nacer. Porque nadie entiende lo maravilloso que es morir, cuando te has cansado de fingir ser feliz. No vivimos, pero..., y sin darnos cuenta, lo hacemos, lo hacemos cuando gastamos nuestra energía en caminos y destinos todos los días, aunque no sepamos cómo es que llegamos aquí o hacia dónde vamos exactamente. Porque cuando piensas en los engranajes que controlan al universo, te sientes distante y atrapado, sin ánimos o fortalezas que respalden tus muros. A pesar de que la mayor parte de tu vida se haya construido a base de mentira tras mentira, te sientes a salvo de tu próxima parada en este viaje al que llamamos vida. Cuando nos detenemos a preguntarnos: ¿qué ha sido de nosotros en el camino?, o... ¿en dónde nos sedaron para no quejarnos de nuestro futuro?, es porque intentamos recuperar una pieza importante en nuestra vida, ya sea mala guardada, arrugada o casi destruida, que nos intente traer de nuevo a la vida.

Porque me sentía medio muerta cuando trataba de averiguarlo. Me agotaba la sola idea de pensar en la vida que tengo y en lo que he hecho con ella.

A veces, podía escuchar sus pensamientos, sentir lo que ella sentía, saber lo que ella diría, incluso me dejaba viajar a nuestro mundo fantástico para jugar con ella y así poder verla. Me sentía Alicia en el país de las maravillas. Caminaba con gracia por su retorcida mente, y me hice su amiga. Fue fácil: porque ambas nos entendíamos. Me manipulaba, y yo a ella. Mentía, y yo le mentía a ella. Era como verse en un espejo. Me enseñó todo lo que sé: fingir que todo estará bien.

La verdad, la única razón por la que no sometía del todo sus ideas, era porque su compañía dentro de mi ser me resultaba agradable. Amaba a LiLith porque ella no se amaba. Me sentía responsable de su existencia, tal vez... porque compartimos un solo cuerpo, y, a veces, una sola alma. Tenía que quererla, ¿o no? No podía abandonarla. No puedo dejar que muera creyendo que a nadie le interesa.

Hablo de ella como si fuera mi amiga, una persona real de carne y hueso, pero, en realidad, nunca ha vivido y jamás lo hará, porque LiLith forma parte de mi inestabilidad mental. Ella soy yo, aunque odie admitir que su esencia es mía, tanto como la mía es suya, ambas somos una.

Y..., entonces llegan las ideas, sus ideas, esos pensamientos que me toman por sorpresa y con los que definió nuestra línea entre la vida y la muerte. De repente ocurren las acciones, sus acciones, los movimientos que hace con nuestras manos para complacer sus deseos. Hace lo que se le dé la gana porque sabe que las consecuencias las pago yo. Esos caminos que LiLith cree correctos son en lo único que discrepo. Yo me encargo de vivir como otros que, a pesar de estar lejos de ser iguales a nosotras, entiendo que son con los que tenemos que convivir para llevar una vida normal.

«¿Por qué tantos deseos de ser normal? ¿Quién quiere una vida normal? No hay nada más aborrecido que un ser ordinario», me dijo, mientras trataba de mantener una plática agradable con ella dentro de mi cabeza.

Porque el psiquiatra me dijo que lo mejor sería intentar averiguar qué es lo que motiva a LiLith a manifestarse. Y, cuando la trajo a la vida real, en una sesión de hipnosis, me contó que habló con ella y dijo que su principal objetivo es el de mantenerme a salvo. Cuando siente que estoy en peligro, cuando me asusta enfrentar mis problemas, es cuando ella aparece y toma las riendas de mi vida.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora