Deseo

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No puedo creer que me haya dejado convencer por esta mujer. La pregunta que rondaba mi cabeza en el camino era: «¿qué está ocurriendo conmigo?». Todavía me es imposible mantenerme firme en una decisión que tomo con tal de alejarme de ella.

Pensaba que iríamos a la misma casa del otro día, pero vinimos a otra, un poco más recogida, donde había movimiento de gente. Entonces, sí llevaba tiempo considerando venir a este lugar, porque todo lo tenían preparado cuando llegamos.

Todos se nos quedaron viendo tan pronto nos bajamos de la camioneta. Es comprensible, pues nuestra apariencia en este momento es bastante aterradora. Incluso a mi misma me cuesta mirarme en el espejo.

La diferencia en el interior entre esta casa y la otra, es que esta es más acogedora. Asumo que no frecuenta mucho este lugar. Supongo que es una casa de seguridad de las tantas que ha de tener.

Habló con la empleada, luego subió las escaleras y fui tras ella. Me encantaría regresar a mi apartamento. Extraño la vida que llevaba antes. Ahora todo se ha vuelto tan difícil. No puedo ir a lugares públicos, pues hay carteles por doquier y en las redes se encuentran fotos mías y de Benjamín. ¿Quién diría que estaría pasando por todo esto?

—¿En qué piensas? ¿No me digas que ya te estás arrepintiendo de haber venido conmigo?

—¿Cómo puedes lucir tan tranquila con lo que nos está ocurriendo?

—Desesperándome o pensando en ello a menudo no lograré nada.

Pasó al baño de la habitación y la seguí para descubrir qué iba a hacer. Tapó la tina y abrió la pluma para que comenzara a llenarse, mientras vierte ciertos químicos y aromatizantes dentro.

—Esto es algo que hacía a menudo. Me sirve para relajarme, es como una especie de terapia— abrió el armario trayendo consigo una barra redonda de color púrpura, la cual según la arrojó en el agua se disolvió, dándole el mismo color y esparciendo un aroma bastante agradable en el baño.

Agitó el agua con su mano, la espuma poco a poco se hizo presente a medida que lo hacía.

—Relájate y disfruta — salió del baño sin decir nada más.

Aún no se llenaba por completo, por lo que solo junté la puerta del baño y me desnudé. Por supuesto que el agua estaba en su punto. Después de haber estado tanto tiempo bañándome en un hospital, esto se sentía como la gloria.

Esas enfermeras se encargaban de estirar mis alas y restregarlas, pero lo hacían con tanto miedo que no lo hacían bien. Es difícil hacerlo por mi cuenta y sé que me costará demasiado acostumbrarme a pasar este trabajo. Ya no me duelen como antes, y sigo sin tener control sobre ellas.

Escuché unos pasos aproximarse a la puerta del baño y vi entrar a Blair, con dos copas vacías en la mano, una botella de vino y una especie de cepillo. Estaba totalmente desnuda, las gotas en su cuerpo dejaba en evidencia que había salido de darse un baño, pues incluso su cabello estaba húmedo.

—¿Q-qué haces aquí? — pasé saliva, tratando lo más que pude en no mirar su cuerpo desnudo.

Esta mujer jamás va a cambiar.

—Supuse que debías estar presentando el mismo problema que yo— dejó las copas sobre el borde de la tina y vertió el vino en cada una hasta la mitad—. He venido a que nos ayudemos mutuamente. Sé bien que no te alcanzas. Esas enfermeras no sabían cómo lavar bien nuestras alas, y es muy importante mantenerlas limpias. Este cepillo servirá para explorar esos lugares que ellas por su ineptitud no alcanzaron.

—No me toques.

—Imagina que soy una de ellas— entró a la tina, yéndose detrás de mí y la miré por arriba del hombro, por el único agujero que las alas me lo permitieron—. Voy a abrirlas.

El simple hecho de saber que esa mujer estaba detrás de mí totalmente desnuda y con intenciones de tocarme, no permitía que pudiera estar tranquila. Bueno, ¿quién podría estarlo?

Fue gentil al momento de abrirlas y restregar ese cepillo suave en cada una de las franjas y bordes. Me daba cosquillas, pero no solamente en esa área, sino más bien más abajo de mi ombligo. Tuve la sensación de que un sinnumero de burbujas salían expulsadas de mi interior. Era algo sumamente extraño.

—Espera, no sigas — dije casi inaudible.

—¿Qué pasa? ¿Te duele?

—Se siente muy raro.

—¿Raro? ¿Por qué? No estoy haciendo nada distinto a lo que hacían ellas con nosotras, ¿o sí?

Ella tiene razón. El proceso no es tan diferente, pero me he dado cuenta de que cuando es ella quien toca mi cuerpo, no se siente igual a cuando lo hace alguien más.

—¿Por qué tu cuerpo está enviando ondas de calor? ¿Podría ser que te excita que te toque aquí?

Ella lo ha descubierto. Necesito salir de esta incómoda situación ahora. No tuve tiempo de actuar, cuando sentí claramente el contacto que tuvo su lengua caliente en mi ala. Fue una corriente directa a mis pezones y mi intimidad. Crucé las piernas por debajo del agua, mordiendo mis labios con fuerza para evitar a toda costa que escuchara lo que eso me provocó.

—¿Así que eres sensible aquí? Ellas son parte de tu piel y de ti — su aliento caliente puso mis vellos de punta—. Ay, corderito, no sabes cómo muero por comerte y hacerte terminar en mi boca.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora