Bestia

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Despejé mi cuerpo de esa incómoda bata que he estado utilizando para cubrirme y la arrojé al suelo, sin perder la postura de costado. Él descansó su mano en mi cintura con solo haberle hecho la petición. Notando que solo se mantenía ahí y no se atrevía a moverse cómodamente, yo misma le ayudé a soltarse un poco.

Se paseó despacio por mi muslo y pierna, lentamente desviándose hacia por debajo de mi lencería y acariciando mi espalda baja. Las vibraciones que eso provocaba en mi cuerpo, me hacía desear que lo hiciera por más tiempo.

A medida que paseaba su mano por mi piel, oía cómo se le aceleraba la respiración. ¿Cómo unas manos tan perfectas y grandes, que encajan tan bien en mi cuerpo, pueden ser realmente inexpertas y vírgenes?

La curiosidad lo tenía ansioso por explorar más allá, podía notarlo por la forma en que amasó mis nalgas por encima de mi ropa interior, por eso tomé su mano y la llevé a mi seno derecho, escuchando al instante su suave gemido.

—Aquí debes ser más cuidadoso. Es una zona sensible. ¿Sientes esto? Están así de endurecidos por ti, por tus previas caricias y atención.

—¿Por mí? — su voz siempre ha sido mi debilidad, pero ahora lo era mucho más.

Mi lencería es casi transparente y fina, se siente como si estuviera tocándome directamente. Su soltura fue tanta que su otra mano se escabulló por debajo de mi cuerpo hasta alcanzar mi otro seno y amasarlo de la misma manera que lo hacía con el otro. Sus manos lo cubrían casi en su totalidad. Es como un sueño hecho realidad.

Le ha tomado el ritmo muy rápido. Mi intimidad late, el calor se ha agudizado y la humedad. Dejándome llevar por esas sensaciones, tomé su mano y la llevé a mi entrepierna, tendiendo mi pierna en la suya para separarla lo suficiente para que pudiera tocarme abiertamente y sin problemas. Es como si hubiera captado el mensaje, o tal vez es porque se sintió tentado y curioso al percibir la humedad en mis bragas, pues él mismo la movió para tocarme directamente arrebatándome un gemido.

—¿Aquí necesito ser igual de cuidadoso?

Su pregunta me provocó un sinnúmero de sensaciones y emociones enigmáticas. Mi corazón saltó un latido y pasé saliva.

—No, no lo seas — deslicé mi mano hacia el pantalón de su pijama, liberando su erección y tomándola en mis manos.

Lo miré por arriba del hombro, contemplando esa reacción tan genuina y seductora que hizo, más ese gruñido que soltó al sentir mi mano. No existe una melodía más perfecta y placentera que los gemidos de un hombre; pero no de cualquier hombre, sino los suyos. No puedo con tanta perfección en forma de hombre. Posee todas mis debilidades.

Fui guiando sus pasos, hasta que él mismo se sintió más a gusto como para explorar lugares que mis dedos jamás pudieron alcanzar. El grosor de los suyos jugaba a mi favor y a veces en contra. Por más inexperto que fuese antes de comenzar, su inteligencia y capacidad de grabar lo que hacía, más lo que provocaba en mí, era suficiente para que tomara el ritmo, de una manera eficaz, provocando una ola de espasmos.

Su miembro segregaba más humedad de la que hubiera contemplado y percibido alguna vez, haciendo más fácil el proceso con mi mano y sin lastimarlo.

Las cosas fueron escalando cada vez más de la cuenta, estaba consciente de que eso sucedería, pues ambos estábamos en un punto donde no había retorno.

Terminé de quitarme la ropa interior, retomando la postura que antes tenía y acomodando su pene entre mis piernas y aprisionándolo entre ellas, para que hiciera fricción con mi intimidad. El exceso de humedad permitía que se sintiera más increíble e intenso. Su calor se fundía con el mío, creando una bomba capaz de enloquecer mis hormonas.

Primero me movía despacio y mantenía mi muslos presionados y firmes para que la fricción fuera más fascinante y placentera, mientras él se movía por instinto. Curvé un poco la espalda dándole rienda suelta y libertad para que pudiera moverse a su antojo y gusto, pues notaba que cada vez se volvía más rudo, al nivel de que llegó un momento donde sus manos se aferraron a mi cintura todavía de costado, tirando tan fuerte contra él, que tenía el presentimiento de que si continuaba, terminaría atravesándome de golpe.

Esa fricción estimulaba esa parte más sensible que se encontraba. Mordía los labios queriendo evitar que Jenny pudiera oírme en su habitación, pero era él quien no tenía control sobre sus gruñidos. Debía sentirse extremadamente bien, como para que nada más le importara.

Mi cuerpo se vio tendido completamente boca abajo por él, algo que no le había enseñado aún, pero seguramente por instinto también lo hizo. Llevó mis brazos por arriba de mi cabeza, presionándolos contra la cama con una sola mano. Aunque no podía ver su expresión, su respiración parecía a la de un animal.

Esa repentina acción y rudeza de su parte no la esperaba, pero estaría mintiendo si niego que me excitó muchísimo sentirme tan indefensa, tan diminuta, tan pequeña debajo de su monumental cuerpo. Aunque no podía explicarme la razón detrás de su comportamiento y agresividad, luego de haber conocido todo este tiempo a ese hombre tan inocente, dulce y tímido, en esta ocasión, deseaba con todas mis fuerzas que me tomara esa bestia que había tomado el control de la situación.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora