No puedo

141 33 4
                                    

Esta mujer es única en su clase. Tiene la habilidad de jugar con mis emociones. Primero me dio un susto de muerte y ahora sale diciendo esas cosas. Ni siquiera mi exmarido se atrevió a tanto.

Si en algo debo darle la razón, aunque me cueste admitirlo, es en que me enamoré. Le fallé a ellos y me fallé a mí misma desde hace mucho tiempo, porque por más que trato de no verla con otros ojos, de no sentir esto por dentro, esos sentimientos contradictorios se fortalecen, se vuelven más fuertes que el rencor.

Este dolor de no tenerlos conmigo me consume, pero hay algo que me consume el doble, y es el tener que reprimir esto que siento por ella. Pensaba que el sentimiento de culpa sería más dañino y corrosivo, pero me hace más daño tenerla tan cerca y fingir que soy de hierro, cuando por dentro anhelo estar entre sus brazos.

Aunque esta decisión condene mi alma, me rehúso a continuar así.  Ellos están en un mejor lugar, donde ya no le harán daño a nadie más, mientras que yo aún sigo aquí, aferrada al pasado, siendo infeliz, desperdiciando mis mejores años en algo que no podré remediar. Esto no es vivir.

—¿Qué hay en esa caja verde?

—Míralo por ti misma.

Abrí la caja verde y había otro anillo parecido, solo que ese era un rubí.

—Sabía que el control te llamaría más la atención que esa caja. Admítelo, te he impresionado.

—Entonces no me estabas dando ninguna segunda opción, engreída.

—¿Y te parece que soy del tipo de persona que da opciones? Ay, mi corderito, tal pareciera que no me conoces.

—¿Desde cuándo tenías esto planificado?

—¿Es eso importante?

—Supongo que no.

—Entonces, ¿vas a arrojarlo tan pronto lleguemos al otro lado, o te quedarás con él?

Sin perder tiempo, tomé el anillo de esmeralda y lo puse en mi dedo.

—¿Esto responde tu pregunta?

—No. Quiero oír una respuesta de ti.

Rayos, esto es más difícil de lo que pensé.

—Sí, acepto.

—¿Aceptas qué?

Reí con las muelas de atrás, porque sé que lo hacía por fastidiarme.

—Sí, acepto casarme contigo.

—Bien — tomó el anillo de la caja verde y lo deslizó en su dedo—. Nuestra estadía será más larga de lo estimado.

—¿Por qué lo dices?

—Porque estamos rumbo a lo que será  nuestro nido de amor. Unos pocos días o semanas no será suficiente para pasar factura de todas las veces que me dejaste ardiendo de deseo.  Es más, deberíamos comenzar aquí para sellar nuestro compromiso eterno.

Es el segundo beso que nos damos, pero cada uno es más fascinante que el anterior. En esta ocasión siento que es diferente, porque esta vez solo me limité a dejarme llevar por esas sensaciones tan placenteras, por esas olas de calor y escalofrío que estremecía todo mi ser, por la suavidad, exquisitez y dulzura de sus labios, mezclados con la fricción de nuestros cuerpos y ese aroma tan afrodisíaco del que anhelo con locura embadurnar mi piel.

Estas sensaciones que estoy experimentando derriten mi alma, nublan mi mente y aceleran mi corazón. Puedo constatar que no es producto de ese virus, como me he hecho creer a mí misma por tanto tiempo, es producto de ese amor que siento hacia ella y que hasta el sol de hoy he callado. Pero ya no más, no pienso ocultarlo más. 

—No puedo... — murmuré a centímetros de sus labios, sintiendo esa lágrima deslizarse por mi mejilla—. Por esta vez he decido jugar a favor de lo que, probablemente, no es moralmente correcto, pero es lo que me dicta el corazón. Te amo, Blair.

Sus ojos brillaron y en sus labios se formó una sonrisa.

—Lo sé, sé perfectamente que lo haces, siempre lo he tenido presente. Aunque te hagas la dura conmigo, tus ojos hablan por ti. ¿Por qué crees que todavía hoy, luego de tantos rechazos, permanezco aquí? No nos atormentemos con el pasado, vivamos al presente, el ahora. Haré que me ames con la misma intensidad que yo lo hago, corderito— descansó su frente en la mía.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora