A mi medida

198 38 7
                                    

Como muestra de mi excitación y de ese deseo que carcomía intensamente mis partes, elevé mi trasero y separé solo un poco las piernas, al menos lo que me permitió en esa postura, para revelarle el lugar exacto con el que debía arrasar.

Sin rodeos o pérdida de tiempo, abrió paso a mis profundidades, encallando ese magnífico barco en ese lugar que lo aclamaba con tantas ansias. Es como si una cañería hubiera estallado en mi interior, el exceso de humedad no era normal, pero sí lo suficiente para que resbalara y rozara a su gusto. Nunca había sentido tal cosa, sin siquiera haber llegado al orgasmo, aunque cada vez me sentía más cerca. Ese chapoteo era inconfundible para cualquiera que lo oyera.

Tendió su cuerpo sobre mi espalda, sin dejar de empujar y, sin duda alguna, explorando nuevos lugares. Estaba fuera de mis cabales, tanto como él. Esos gruñidos y respiración agitada me sofocaban. Sus arremetidas eran precisas, profundas y constantes, sin una chispa de lástima y sin contemplaciones. Me cuesta creer que, según él, no haya hecho esto antes.

Sin desconectarse de mí, retomó la postura, tomando mis dos brazos hacia la espalda y tirando de ellos hasta obligarme a quedar en cuatro patas. Mi cuerpo es tan delgado que es capaz de manipularme como si fuera una muñeca de trapo. Estaba golpeando donde mejor se sentía, obligándome a curvar la espalda mientras tiraba de mí como una carretilla contra su cuerpo. No puedo escapar de él, tampoco taparme la boca para evitar que mis gemidos se aflojen de los más profundo de mi garganta. El sonido producido de su pelvis chocando con mi trasero se oía extremadamente claro y fuerte. Jenny nos va a oír, estoy segura.

Aunque sabía que debía pedirle que fuera más despacio, el placer que estaba experimentando en ese sublime momento era fuera de este mundo y no quería que se detuviera. No sé qué le ocurrió tan de repente, pero este hombre no es el mismo. Mis fluidos se desbordaban por su brusquedad.

Sus brazos simularon un abrazo, permitiendo que mi espalda quedara curvada, hasta sentir el roce de su cuerpo en ella. Mis ruegos por más le hicieron actuar de tal manera que sus brazos se enroscaron en mi cuello, sometiéndome a sus malintencionadas embestidas y llenándome a tope. Era su rehén, no cabía duda, pues no quería dejarme ir y tampoco quería hacerlo.

—¿Así que aquí no debo ser cuidadoso? — su voz tan cerca de mi oído me dio escalofríos.

—No, no lo seas.

Por primera vez lo oí reír con una malicia que alteró aún más mis hormonas. Él estaba consciente de lo que estaba haciendo. No podía verlo como ese hombre tierno, inocente e inexperto que creí conocer. Prefiero mil veces a esta bestia hambrienta.

Esa ola de vapor se aproximaba, el aire me faltaba, mi cabeza martillaba, a la misma velocidad que sus movimientos, hasta que no pude retener ese intenso orgasmo que, por unos cortos instantes me llevó a olvidarme hasta mi nombre.

Seguramente mañana amanezca toda estropeada, no solo del cuerpo en general, más bien de ahí abajo, pero no importa, porque me encanta lo que me hace sentir.

Esa corriente eléctrica me hizo perder la poca cordura que me quedaba. Esa presión la retuvo y jugó con ella, provocando un sinfín de sensaciones y turbulencias.

No sé cuándo o cómo habíamos cambiado de posición, pues todavía me costaba reponerme completamente de ese orgasmo que amenazaba con arrebatarme el aliento de nuevo. Tenerlo cara a cara a mí lo era todo, sentir esos tentadores y fuertes brazos engullirme de esa manera también lo era. Sus expresiones eran demasiado estimulantes y genuinas, parecían estudiar con atención las mías.

A pesar de tener un poco el control esta vez al estar sobre él, mis caderas no dejaban de moverse por su cuenta y él de presionar mi cuerpo contra su duro miembro. Usaba de agarre sus monstruosos brazos y hombros. Había anhelado experimentar lo que sería un abrazo de oso con un semental como él, y no me acerqué ni un poco a lo que podría sentirse. Él es un encanto...

La conexión de nuestras miradas y movimientos sincronizados fue poco a poco acercando nuestros labios más de la cuenta, como si se tratara de un imán, hasta que por fin tuve el privilegio de probar esos labios que tanto tiempo me estuvieron tentando, embriagándome al instante y dejando un sabor imborrable en mi boca.

Toqué fondo, terminé pérdida, fascinada, enamorada, encaprichada, con ese divino hombre de ojos cafés claros, labios exquisitos y cuerpo creado justo a mi medida.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora