Vacío

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Ian

Han pasado cuatro meses desde que nos enteramos del embarazo de Luna. Las complicaciones han llegado de la mano. Su salud se ha ido deteriorando cada día que pasa. Ha presentado una presión extremadamente alta, hemorragias, palidez extrema, su vientre está recrecido, se pueden apreciar las venas. Insomnio, está inapetente, adolorida, con náuseas y vómitos. La bebé que está esperando se ha desarrollado de forma acelerada y exagerada. Ella no es la misma mujer que llegó ese día. 

No puedo creer que no haya podido notar la presencia de esa bebé. Tal vez solo funciona con infectados o simplemente he ido perdiendo mis habilidades. 

Mi tío no se ha apartado ni un segundo de ellas. De hecho, ninguno de nosotros lo ha hecho. Hemos estado quedándonos en la clínica por ahora para estar al pendiente de todo. Me entristece mucho la situación y la compadezco. Quisiera encontrar una forma de aliviar sus dolores, pero es algo que está fuera de todos nosotros. Ni siquiera infectarla es garantía de que ella y la bebé puedan sobrevivir. Ella tampoco ha querido aceptarlo, pues se empeña en mostrarse fuerte, a pesar de todo lo que está ocurriendo en su cuerpo. 

—La hemorragia persiste y su presión no cede. Tenemos que hacerle una cesárea con urgencia o podemos perderlas a los dos. No podemos esperar un segundo más. Deben estar conscientes de que no puedo garantizar salvarlas a los dos. 

—¡Ayúdalas, doctor, por favor! — mi tío estaba muy afectado y desencajado, y con toda la razón del mundo. 

Él tampoco se ha estado alimentando bien. Cada vez lo he visto cabizbajo y con los ojos llorosos, es por eso que he tratado de demostrarle mi apoyo de todas las maneras posibles. 

Las cosas se pusieron color de hormigas. Nos permitieron entrar a los tres a la sala. Todo lo que se oía eran sus gritos y llanto, se retorcía en la camilla, moviendo todo lo que había a su alrededor. El olor a sangre inundaba cada rincón de la sala. La anestesiaron general debido a la gravedad de la situación. En cuestión de segundos, el doctor procedió a la cesárea y según abrió, su matriz había reventado y había muchos coágulos de sangre en el abdomen debido a la hemorragia. Pudieron sacar a la bebé a tiempo y brindarle la atención necesaria, pero ahora toda la atención estaba sobre ella. 

Nos alejaron de la camilla debido a que sufrió un paro cardíaco y debieron actuar con prontitud. Fueron muchos intentos fallidos, donde no reaccionó a los choques eléctricos. El médico no quería rendirse, ninguno de nosotros quería que eso sucediera. Mi tío estaba luchando con nosotros para soltarse con tal de ir hacia ella. Era la primera vez que lo veía quebrarse en llanto de esa manera tan desgarradora. Hace mucho tiempo no experimentaba lo que era que me estrujaran el corazón. 

—¡Inyectala, por favor! — gritó mi tío. 

En otras circunstancias, hubiéramos hecho hasta lo imposible con tal de no arrastrar a nadie más a este infierno que vivimos, pero no nos quedaba otra opción. Aunque no fuera garantía de que ella iba a reaccionar, todos estábamos de acuerdo en arriesgarnos, siempre y cuando pudiéramos traerla de vuelta con nosotros.

Nos habíamos preparado para usarlo como última opción. Queríamos descartarlo, pero era ahora o nunca. A pesar de haberla inyectado, no hubo ningún cambio en el monitor. No quería creer que tomamos la decisión muy tarde. Me niego a aceptarlo. 

—¡Luna! — su desgarrante grito me obligó a soltarlo, nadie se atrevió a impedirle que se acercara a ella. 

Mi papá también estaba afectado con la situación. Hace tiempo tampoco lo veía llorar. Todos en la sala se veían consternados y no era para menos.  

—Por favor, por lo que más quieras, no nos dejes. Tú me lo prometiste, me dijiste que veríamos crecer a nuestra hija juntos. Por favor, reacciona — sus palabras casi no se entendían por su desenfrenado e incontrolable llanto, pero a mi padre y a mí nos generó una inmensa culpa y una profunda tristeza—. Fue mi culpa. Debí tener más cuidado. Perdóname, por favor. 

Ella era joven. Tenía un futuro y una vida por delante, una familia, un hombre que ansiaba su regreso, una hija que necesitaba de ella y a quien moría por conocer y tener en sus brazos. Solo pensar en el hecho de que todos sus sueños fueron arrebatados en un abrir y cerrar de ojos, me quema el alma, porque nada podrá llenar ese vacío ahora. Ni el de mi tío, ni mucho menos el de mi primita cuando le toque enfrentarse a una vida sin su mamá. 

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora