Ingenio

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No tuve que correr, tampoco alcé vuelo, porque Doce fue quien me cargó en sus brazos, pues no tenía control sobre mis alas. El dolor en mi cesárea se revolcó, era horrible estar en esta posición, pero pese a todos los malestares y dolores que venían en cadena, no era tiempo de quejas, nuestra atención estaba en ellos.

Logramos tomar ventaja de Benjamín. Me solté de los brazos de Doce para interponerme en su camino justo en el momento que planeaba cambiar de rumbo. Ian tardó solo unos segundos en alcanzarnos, pues sus saltos de árbol en árbol demostraron su ferocidad.

Si no se la arrebataba de los brazos, era porque tenía miedo de que ella resultara herida en el proceso.

—¡Entrégame a mi hija! 

Su salto fue detenido por Doce, pues sus intencionales aleteos levantaron la tierra, provocando que sus ojos sufrieran las consecuencias. Un segundo solo bastó para arrebatarle a Amari de las manos y acercarla a mi pecho para protegerla. Sacudí su manta para quitarle esa tierra de encima.

—¡Tío, cuidado! — la advertencia de Ian, trajo consigo un sonido bastante familiar; el mismo que hacía Jenny cuando parecía tener rabia.

Vi a Jenny transformada de nuevo en ese mismo monstruo de aquella otra noche. Poseía el mismo líquido negro y viscoso desde su hombro hasta la pantorrilla. Hubo algo que llamó mi atención, un detalle que pasé desapercibido antes, pues mi atención había estado en mi hija, y es que en sus cuellos tenían una especie de collar negro, que poseía la misma sustancia viscosa. Doce pudo esquivar su ataque elevándose, mientras que Ian se puso en medio de nosotras dos, cubriéndonos de Benjamín y Jenny.

—Están infectados con la misma pudrición de esa mujer — le dije a Ian.

—Creo que están siendo controlados con ese collar. Ellos no tenían eso antes. Al menos Jenny esta mañana cuando estuvo en la habitación con la niña y contigo no la tenía. Si rompemos ese collar, puede ser que no tengamos que hacerles daño. Regresa a la clínica, protégete tú y protege bien a mi diosa.

Dereck y Zaira dieron con nosotros, se veían alterados, como si ya se hubieran enfrentado a Jenny. Además de que sus ojos estaban negros.

—Te dije que no irías muy lejos. Cualquiera que se meta con mi familia, no vive para contarlo — sentenció Dereck.

La carcajada de Jenny espantó hasta a los pájaros que se ocultaban en la cima de los árboles. Juro que parecía endemoniada.

—Todos ustedes han sido elegidos para ser parte de este maravilloso espectáculo que está a punto de comenzar. Conocerán a mi obra maestra, a la perfección viviente, a la que ese viejo inútil jamás podrá crear e igualar, por más que añore poseer mi ingenio — a pesar de salir de su boca, ese mensaje no era de parte de ella, todos lo teníamos claro.

Todos observamos la criatura que sobrevoló por arriba nuestro, era un poco más grande que Doce. Tenía la forma de un murciélago, pero era gigante y estaba cubierto con la misma sustancia negra en todo el cuerpo. Sus extremidades, principalmente sus garras lucían amenazantes e intimidantes.

—¿Qué demonios es eso? — cuestionó Zaira.

—Sea lo que sea, no ha venido a ser amigo nuestro. ¡Hay que irnos de aquí ahora! — gritó Ian.

—Vayan a un lugar seguro — dijo Doce.

—¡No pienso dejarte solo!

—¡Piensa en nuestra hija! Llévala a un lugar seguro, Luna.

La pesadilla vino a atormentarme en el peor momento. Yo lo vi… yo vi cómo me los arrebataron a los dos de los brazos. Yo… no puedo permitir que eso suceda.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora