Preocupación

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—Digamos que tuve mucho tiempo libre… 

—Sé que debe ser difícil para ti hablar de esto. No estuve mucho tiempo encerrado en un laboratorio como tú, pero el tiempo que tuve fue suficiente para sentir que me volvería loco. No puedo siquiera imaginar lo que viviste ahí dentro. No te miento, siento impotencia al no haber sabido de tu existencia hasta ahora. Creí que había destruido todos los laboratorios secretos de mi padre, pero estuve equivocado. Incluso lo había dado por muerto y resulta que nos enteramos de la peor manera que seguía haciendo sus fechorías y lastimando a más personas.

—Calma, papá — le di una palmada en la espalda.

—Tú eres nuestra única esperanza ahora, porque no espero mucho de nuestro padre. Nos ha demostrado lo suficiente que no va a cambiar nunca y que nosotros mismos nos tendremos que encargar de, tarde o temprano, darle un punto final a esta situación.

Mi padre tiene toda la razón. Ese viejo solo está extendiendo sus días de vida. Estoy seguro de que por más que lo tengamos monitoreado, su objetivo principal no es ayudarnos, porque a él no le importa ayudar a nadie. No le importó siquiera dañar a mi papá que es su sangre y le hizo vivir un infierno a Doce. ¿Qué se podría esperar de ese monstruo?

—A estas alturas, no busco una cura para mí o mi familia, pues ya aceptamos nuestra realidad y diría que nos acostumbramos a este estilo de vida, pero ¿qué hay de esas personas que están ahí fuera sufriendo de este mal, o viendo a algún familiar volverse loco y atentar con ellos? No podré devolverle la vida que tenían antes, ni siquiera tengo una varita mágica para revertir lo que pasó, pero me gustaría hacerles saber que no están solos y que la esperanza es lo último que se pierde.

—Fue cuando era pequeño—confesó—. No encontraba comodidad para dormir en el suelo, pues me lastimaba mucho las alas, así que en busca de comodidad, me echaba a colgar de las tuberías del techo. Primero me impuse una rutina diaria. Me di cuenta de que siguiendo esas rutinas, poco a poco tenía el control de ellas, lograba manejar sus movimientos, aparte de los estímulos que recibía de electrochoques con ese señor y los ejercicios para fortalecerlas. Poco a poco dejó de doler cuando las sacaba y me di cuenta de que el proceso de curación era bastante ligero, diría que casi inmediato.

—O sea, ¿cuando salen las alas, ese tejido que se desgarra, cicatriza de manera inmediata? — cuestioné sorprendido.

—Sí.

—¿En qué otras partes sufres cambios? Si es que se puede saber — indagué.

—Mis dientes, mis orejas y mis ojos.

—¿Nunca has mordido a nadie?

Se quedó en silencio unos segundos.

—No — negó con la cabeza.

—Eso que pensaste no cuenta, tío, porque no pasó a mayores — sonreí—. Debo admitir que tienes un autocontrol envidiable. Bueno, no solo el autocontrol. Tengo que confesar que te visualizaba de otra manera. Pareces un gladiador con ese pecho de acero.

—Esto es para ti y tu mujer — mi padre sacó la llave de la casa de seguridad que tiene a las afueras de la ciudad—. No acepto un no como respuesta. Ahí estarán seguros. No pienso mantenerlos en este lugar, con mi padre cerca y arriesgándolos a que mi madre los encuentre. Ahora que los encontré, no pienso darles la espalda.

Mi papá y yo habíamos hablado anteriormente sobre que no quería que mi tío estuviera aquí encerrado, pues solo le traería malos recuerdos, además de que quiere que trate de llevar una vida lo más normal posible. Obviamente lo apoyo en su decisión. Esa mujer no está infectada y mientras se mantenga lejos de aquí y de la ciudad, será lo mejor por ahora. Al menos mientras la situación se calma.

Ahora bien, mi preocupación mayor es su amiga. Ese olor desagradable que está expulsando desde que llegó solo me trae recuerdos de mi abuela. Su despreciable olor es inconfundible. ¿Será que se está pudriendo de la misma forma que ella? Es evidente que esa maldita fue quien la contagió, pero ¿con qué propósito? ¿Por qué va tras Doce? ¿Será que quiere manipularlo para tenerlo de su lado o está en las misma andanzas que el abuelo con esos malditos experimentos? Eso sería catastrófico. Me mortifica que ese olor sea irrastreable en ocasiones, cuando en otras puedo olerla a kilómetros.

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora