Riesgo

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Luna

Han pasado dos meses desde que nos mudamos a esta nueva casa. Cada día que paso con él, es mejor que el anterior. Es un hombre increíble, cariñoso, intenso y muy apasionado. Me he acostumbrado a estar con él todo el tiempo. No me canso de tenerlo cerca. Nos divertimos mucho juntos. Siento que cada vez lo conozco más y más. 

Hemos estado viéndonos y compartiendo cada fin de semana con los Preston y su familia. Debo admitir que todos ellos son un amor de persona. Nos han ayudado mucho y siento que cada vez Doce se abre más con ellos. 

Jenny no ha abandonado la clínica, decidió quedarse por decisión propia. Han mantenido sus síntomas controlados. Ahora bien, hay algo que se me ha metido en la cabeza y es que presiento que la razón para quedarse en la clínica es por un hombre. Hace poco fui a visitarla y había un hombre bastante atractivo y atento con ella. Un tal Benjamín. Al parecer él también está quedándose en la clínica, por eso he atado los cabos. A mí no me engaña, la conozco como la palma de mi mano. 

Recientemente la ola de contagios no ha aumentado y es algo que nos mantiene alerta. Los Preston alegan que esa mujer debe traerse algo entre manos y la verdad es que no lo dudo. Hoy nos llamaron para que fuéramos a la clínica, supuestamente había ocurrido algo, aunque no nos dieron detalles por teléfono. 

Mientras me cambiaba de ropa, sentí una fuerte punzada en el vientre. Muy parecida a las que experimento cuando estoy en mis días. 

—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes — la segunda punzada fue más fuerte y agobiante que la primera. 

Fue tan agudo que tuve que encogerme y presionar mi vientre. El dolor se extendió por toda esa zona, causándome un sinnúmero de incesables punzadas, una detrás de la otra, y más fuerte que la anterior. Tenía la sensación de que algo se estaba moviendo dentro de mí. Era algo que jamás había sentido en mi vida. Sentía que lo que fuera que estaba ahí dentro, estaba buscando la manera de salir. 

—¿Qué tienes? — se notaba muy asustado. 

—Me duele mucho. Algo se está moviendo dentro de mí— los gritos y el llanto no pude controlarlos más tiempo. 

No podía encogerme más. Ya ni siquiera presionar esa zona aliviaba el dolor. 

—Tenemos que llevarte a la clínica. 

El camino a la clínica jamás me había parecido más extenso que hoy. Cuando me bajé, sentí un líquido deslizarse por mi entrepierna y fue cuando noté que en el asiento donde venía sentada, había rastros de sangre, en mis piernas y pantalón también. Doce se volvió como loco al darse cuenta y me cargó hasta que la enfermera de turno nos facilitó una camilla. No sabía ni en qué momento los Preston habían llegado a donde estábamos, el dolor no me permitía siquiera hablar, solo sollozar y temblar. 

—¿Qué fue lo que pasó? — cuestionó Dereck. 

—N-no lo sé. Ella se quejó de dolor en la casa y ahora está sangrando. Quítale ese dolor, por favor. 

—Tranquila, vas a estar bien— dijo Ian, acariciando mi mano.

Tengo recuerdos vagos de todo lo que ocurrió dentro de esa habitación que me trajeron. Los medicamentos que me pasaron por vena, aliviaron un poco los dolores, pero no en su totalidad. Todos estaban reunidos en la habitación mientras el doctor regresaba con los resultados de los laboratorios y el sonograma que me hizo. 

—Por fortuna, hemos logrado detener el sangrado por ahora. Los resultados indican que la paciente está embarazada. 

Su noticia me dejó atónita. No sabía cómo reaccionar. Doce y yo cruzamos miradas, los dos nos veíamos igual de sorprendidos. 

—¿Qué? ¿Cómo es eso posible? Ella no está infectada— dijo Ian—. No se supone que… 

—Ese es el grandísimo y peligroso detalle. Ella no está infectada, pero el feto que está creciendo dentro de ella lo está. Su crecimiento es anormal y acelerado, es bastante similar al que tuvieron tus hijos, Ian. Conocen los riesgos, ¿no? Es un riesgo muy alto que este embarazo continúe, podría resultar en una tragedia tanto para mamá, para el bebé o para ambos, que se puede evitar con la interrupción del mismo de manera inmediata. No creo que su cuerpo lo tolere. Sus plaquetas están muy bajas y la hemoglobina está por el suelo. 

Escuchar esas palabras me rompieron el corazón. Un bebé no es algo que haya estado esperando o que estuviera en mis planes, pero a pesar de eso, es mi bebé; es nuestro bebé. ¿Cómo podría arrebatarle el derecho a la vida? 

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora