Criatura

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Esa criatura veía como rival a Doce, pues ni siquiera dejó que termináramos la conversación, cuando vino al ataque. 

—Ian, lleva a Amari a un lugar seguro — con todo el dolor en el alma me vi en la obligación de entregarle mi más preciado tesoro a alguien más—. Sé que vas a protegerla con tu vida. No puedo dejar a tu tío solo. 

—Nosotros nos quedaremos. A la familia nunca se abandona — dijo Dereck.

—La llevaré a un lugar seguro. No dejaré que nada le pase, lo prometo — Ian se perdió en el bosque buscando el camino de regreso. 

Fijé la mirada sobre Doce, anhelando con todas mis fuerzas poder dominar mis alas y alcanzarlo, pero mis intentos eran infructuosos. El dolor en la región baja del abdomen era inmenso. 

—Nunca es tarde para un postre — le escuché decir a Jenny. 

Dereck y Zaira actuaron en conjunto, llamando la atención de Benjamín y Jenny. Le hice seña a Dereck del collar que llevaban ellos, para dejarle saber que consideraba que era el punto débil de ambos. Si eso no funciona, entonces no sé qué podría funcionar. No quiero presenciar la muerte de nadie, mucho menos la de mi mejor amiga, pero mi familia es primero. 

Doce estaba en peligro, esa criatura era mucho más rápida que él. Uno de sus métodos de defensa, era dar vuelta alrededor de Doce para confundirlo y así mismo esquivar cualquier ataque directo. Estoy segura de que estaba poniéndolo a prueba, o simplemente subestimándolo. Dominaba el espacio, los movimientos y las alturas como ningún otro animal que hubiera visto. 

Me sentía como una inútil. Mis aleteos no eran suficientes, no podía elevarme, tampoco tomar el control por más que lo deseara. Ni siquiera saltando podía alcanzarlos. Necesito ayudarlo, tengo que hacerlo. 

El cuerpo de Benjamín se estrelló contra un árbol, ataque que perpetró el mismo Dereck, mientras que Jenny estaba visiblemente en aprietos teniendo a Zaira aferrada a su espalda como si no hubiera un mañana, con su antebrazo sembrado en el cuello y sus piernas cruzadas por delante de su cuerpo. Luchaba para quitársela de encima, pero la falta de aire y el dolor de espalda que debía estar experimentando le impedía lograr su objetivo. 

Mi atención volvió a Doce, pues entre tantos intentos fallidos, logró ganarle ventaja a esa criatura malévola y siniestra, acortando la distancia que los separaba por completo y creando una tajadura de un extremo a otro con sus uñas en su ala izquierda, tomando esa oportunidad de haber dado en su punto más débil para que su descenso fuera inevitable. 

Así mismo como se había elevado anteriormente, así mismo cayó desde esa altura, provocando un estruendo y la caída de varios árboles a su paso. Era la oportunidad perfecta para neutralizar al enemigo, por eso ya estando abajo, tomé la valentía de ir tras él. 

Doce también descendió con el mismo objetivo en mente. No podíamos permitir que se levantara o lo peor, que huyera. Estaba cubierto con ambas alas completamente y no paraba de revolcarse de un lado a otro. El corte se cicatrizó en un abrir y cerrar de ojos, luego de que esa sustancia lo cubriera, creando de vuelta la misma forma de su ala, como si nada hubiera pasado. 

Separé su ala derecha y puse mi pierna sobre ella, ejerciendo presión para mantenerla contra el suelo. Doce sacó del medio la otra ala que había estado herida, revelando algo con lo que no esperábamos encontrar y nos dejó perplejos.

—Él… él es como nosotros— dejé escapar. 

Debajo de esa apariencia tan abominante y temeraria, se ocultaba un hombre bastante joven y delgado. Sus ojos eran de color morados brillantes. Poseía una belleza sinigual. Su piel era blanca. Su rostro y cabello era lo único que no estaba cubierto de esa sustancia negra en ese momento. Sus cabellos eran de un rojo escarlata, larguísimo, algo ondulado y lúcido. Las uñas eran largas y puntiagudas. Se veía tan vulnerable. Era como ver una versión de Doce cuando se asustaba por todo y asumía aquella tierna expresión que todavía hoy sigue haciendo. Le tuve algo de lástima, probablemente porque vi a Doce reflejado en él.

Su expresión pasó de asustado a una sonrisa casi de oreja a oreja, mostrando sus colmillos, los cuales eran más largos y finos que los de Doce y los Preston juntos. Pudimos retroceder a tiempo, pues sus intenciones era que bajaramos la guardia y así atacarnos cobardemente. Pensé hasta aquel momento que su objetivo principal era Doce, pero me equivoqué, era yo. Lo vi en sus ojos apenas cuando ya era tarde y me había tomado en los brazos y me elevó hasta una altura que me provocó vértigo, náuseas y mucho miedo. Mi miedo a las alturas vino a reflejarse en el peor de los momentos. Cuando se trataba de Doce no era lo mismo, en sus brazos me sentía segura, pero en los de este hombre no.

Entre más forcejeaba, le arañaba y le daba golpes en las alas, era como si nada de eso le afectara en lo más mínimo, ni siquiera los rodillazos que le daba con toda mi furia. Estaba con los ojos cerrados, no quería mirar a abajo, aunque mi propósito fuera que él me soltara. Le tenía pavor al simple hecho de saber que estaba colgando de cabeza.

—¡Suéltala o no respondo! — oí la voz alterada de Doce.

Tragué grueso cuando sentí la frialdad de su mano levantar el borde de la bata en la zona de mi muslo y, en instantes, algo punzante atravesar mi piel, de lo que estaba segura de que eran sus colmillos, pues el calor de su lengua y el ardor que provocó al lamer esa área antes de apartarse lo comprobó. Es como si ácido hubiera corrido por mis venas y de esa zona se hubiera esparcido un ligero y ardiente líquido por todo mi cuerpo. Mi cuerpo se debilitó por completo, dejando mis brazos, piernas, y alas rígidas. Abrí débilmente los ojos al sentir que mi cuerpo estaba cayendo al vacío. Es la misma sensación a la que siempre le había temido desde niña y la misma que me agobió en esa pesadilla. ¿Es acaso este mi final?

En las sombras III •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora